Es el más arcaico y simple de
los órdenes arquitectónicos clásicos. Su nombre proviene, según Vitruvio, de
que los primeros templos de este estilo estaban construidos en las ciudades de
los dorios. Es el orden griego por excelencia.
Cuanto más antiguo, más
sencillo, dando sensación de robustez (protodórico). Cuanto más tardío, más
esbelto y proporcionado; logrando así la armonía y belleza clásica.
Se empleó en la Grecia continental
desde finales del siglo VII a.C. así como en el sur de Italia y Sicilia.
El Partenón, templo dedicado a Atenea en la Acrópolis de Atenas, es
sin duda el máximo exponente de este estilo arquitectónico.
Las partes estructurales del
templo dórico son: el basamento, la columnata, el entablamento y la cubierta.
El basamento consta del
estilóbato, donde descansan las columnas, y el estereóbato, ampliación óptica
del estilóbato con dos escalones.
La columna no lleva basa. Su
altura total multiplica por 16, como máximo, el diámetro inferior. El fuste,
formado por tamborees apilados, lleva 20 estrías en arista viva. Lo corona un
capitel liso formado por un ábaco (pieza prismática), un equino (pieza convexa)
y un collarino (pieza decorativa).
El entablamento consta de una
parte lisa (arquitrabe), de una parte decorada (friso, con triglifos y metopas)
y de una cornisa.
La cubierta a dos aguas
muestra un frontón triangular moldurado, que se adorna con acroteras en el
vértice y en los extremos, el tímpano, suele ir decorado con una escultura.
Fijaos bien en la imagen y os
resultará mucho más fácil.
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