Dicen por ahí que las cosas buenas de la vida
se encuentran en los pequeños detalles. Que se puede encontrar la parte positiva en
cualquier circunstancia y que solo debemos poner nuestro mejor esfuerzo por dar
con ello. Caer para volver a levantarnos, como si en lugar de tener piernas nos
trasladásemos sobre resortes.
Se comenta que si somos positivos y
rogamos a quien corresponda (no vamos a entrar en pormenores sobre las
creencias de cada uno) para que nos lleguen cosas buenas, estas aparecerán ante
nuestros ojos como por arte de magia.
En este momento preciso no puedo creerlo.
No me cabe en la cabeza que porque yo, un
grano de polvo en medio del universo, desee algo el cosmos me vaya a escuchar.
Además de estadísticamente improbable, me resulta bastante ingenuo. Y sé de
lo que hablo, porque lo he intentado. Muchas veces. Tantas que he perdido
la cuenta.
Hoy por hoy prefiero pensamientos más
realistas: como que nada dura para siempre.
Así que supongo que a eso me aferro. A que no
existe el para siempre. A que nada es eterno: ni el miedo, ni el dolor, ni
el sufrimiento. Ni siquiera lo somos los seres humanos. Motas minúsculas en
un dibujo mucho más grande. En todo un universo del que conocemos tan poco.
Tratar de buscar lo positivo donde sea no me ha
servido de nada. Así que ha llegado el momento de pensar de otra manera, ¿una
más triste, una más cínica? Que cada cual piense lo que considere oportuno
Pero mucho me temo que he dejado de lado (al menos de momento) mi tono más
optimista.
¿Volverá? Eso sería adelantarnos.
La historia sigue su curso.
© MJ Pérez
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