Es uno
de los más antiguos de España y su origen se remonta a la Edad Media. Está relacionado
con la figura de San Frutos, un ermitaño que vivió en el siglo VII y que es el patrón
de la ciudad de Segovia.
Era
hermano de santa Engracia y san Valentín. Fue un hombre muy piadoso que dedicó
su vida a la oración y la meditación. Se dice que tenía el don de curar
enfermedades y que realizó muchos milagros durante su vida.
La
tradición cuenta que nació en Segovia en el año 642. Tras la
prematura muerte de sus padres tomó la decisión de repartir los cuantiosos
bienes familiares entre los necesitados y alejarse de la ciudad en busca de
soledad. Sus hermanos le secundaron en la idea eligiendo para su retiro un
inhóspito paraje a orillas del río Duratón, en el actual término municipal
de Carrascal del Río. Primero se establecieron en cuevas naturales, y después
en ermitas alejadas entre sí.
Falleció
en la ermita de San Frutos a los 73 años de edad. Su festividad se
celebra el 25 de octubre. En dicha ermita finaliza el Camino de San Frutos,
ruta de peregrinación al santo segoviano de unos 80 km que comienza en la
ciudad de Segovia.
Muchas
personas adoptaron este apellido como una forma de honrar al santo y de mostrar
su devoción por él. Hoy en día, este apellido se encuentra por todo el mundo.
Existen
diversas fuentes bibliográficas que hacen referencia al apellido San Frutos y
su historia. Una de las más destacadas es el libro «Diccionario de apellidos
españoles» de Roberto Faure, en el que se explica que este apellido se originó
en la Edad Media como un nombre propio, que posteriormente se convirtió en un
apellido. Otra fuente importante es el «Archivo General de Simancas», que
contiene numerosos documentos históricos relacionados con una familia
apellidada así. Además, existen diversas publicaciones locales y regionales que
han abordado la historia de este apellido en diferentes momentos de la
historia.
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