Yacimiento
arqueológico localizado en Matale, provincia central de Sri
Lanka. La roca forma parte de una erupción de magma endurecido de un extinto y erosionado
volcán. Es el cuello volcánico que se elena 370 metros sobre el nivel del mar.
Sobresale por encima del llano circundante, visible en varios kilómetros desde
todas las direcciones. Es elíptica y tiene una cima plana que se inclina
gradualmente.
Fue declarada Patrimonio de
la Humanidad por la Unesco en el año 1982.
Ocultos por la maleza están los
vestigios de la vieja y fascinante ciudad. Permanecieron en el anonimato hasta
el siglo XIX, en que un oficial británico, H. Forbes, en 1831, la visita. Se
limita a estudiar la base y alguna galería, pero no escala la roca por la
dificultad que entraña.
En 1851, un escritor anónimo
publica un amplio informe sobre su viaje a la antigua ciudad de Sigiriya
señalando que la galería y la roca están enlucidas con una capa de yeso y
cubiertas de frescos que representan principalmente leones. Son estas iconografías
las que dan nombre a la ciudad. Otra
teoría es que una colosal estatua en forma de león fue la que le dio nombre al
peñasco.
La roca no fue olvidada por
los hombres. Así lo acreditan los llamados Sigiri graffitis que desde el siglo VI
aparecen en sus paredes. Son antiguos poemas en lengua cingalesa que indican la
influencia que la ciudad ejerció sobre la literatura y el pensamiento de la
época. Estos graffitis figuran entre los textos más antiguos conservados en cingalés
y denotan por su calidad un alto grado cultural.
Leyenda
El Maja-vansha, antiguo
registro histórico de Sri Lanka, describe al rey Kassapa (siglo V) como el hijo
del Rey Dhatusena, que asesinó a su padre emparedándolo vivo, y luego usurpó el
trono que por derecho correspondía a su hermano Mogallana. Éste escapa
milagrosamente de la muerte y jura venganza. Huye a la India.
Kassapa limpia de broza el
peñasco, ordena levantar una muralla alrededor del mismo, construye una
escalera para acceder a lo alto y edifica un palacio en la cumbre. La obra la
completó con una monumental estatua de león. El lugar da la impresión de
elevarse y quedar suspendido por arte de magia entre las nubes. Con el fin de
expiar su crimen abraza la religión budista.
Entre tanto, Mogallana
regresa de la India al frente de un poderoso ejército para vengar a su padre. Han
pasado dieciocho años. Kassapa confía ganarle la batalla a su hermano. Para
hacerle frente abandona sus refugios de la roca del León y se encara a campo
abierto a Mogallana. Pero…, el elefante de Kassapa pierde el rumbo y entra en
una zona pantanosa. Se da cuenta de la imposibilidad de avanzar por aquel
pantanal y hace girar al paquidermo para buscar otro camino. Sus soldados al
verlo regresar interpretan el movimiento como una señal de retirada. Kassapa grita
desesperado, pero los berridos de los elefantes, el retumbar de las carretas,
ahogan su voz.
Entonces se da cuenta de que
está solo ante las tropas de Mogallana. Para evitar la deshonra y, con
seguridad una muerte lenta y dolorosa, desenvaina su espada y de un certero
tajo se secciona la garganta. Los cronistas aseguran que, Kassapa, con la
sangre manando a borbotones de su cuello, alzó la espada y la devolvió a su
funda.

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