Son
una familia de plantas monocotiledóneas, con más de 25000 géneros y
aproximadamente 30000 especies, que se distinguen por la complejidad de sus
flores y por sus interacciones ecológicas con los agentes polinizadores y
con los hongos con los que forman micorrizas. Algunas imitan la
forma y el olor de insectos hembra para atraer a los machos y lograr la
polinización.
Se encuentran en casi todos
los rincones del mundo, excepto en los desiertos y en la Antártida. Son muy
abundantes en la zona intertropical.
Pueden vivir mucho tiempo.
Algunas variedades como la orquídea vainilla llegan hasta los cien años. Estas
se cultivan por sus vainas para obtener la vainilla y hacer perfumes. Es la
orquídea más cultivada y los aztecas la utilizaban para aromatizar esa rica
bebida hecha a base de cacao, el chocolate.
Fueron
conocidas y apreciadas por los seres humanos desde la Antigüedad. Existen
escritos chinos desde hace mil quinientos años donde se hace
referencia al cultivo de las orquídeas.
En
la antigua Grecia se le atribuían propiedades curativas y
afrodisíacas.
Tailandia se ha especializado
en la producción de orquídeas para abastecer la demanda de las principales
ciudades de todo el mundo.
Si
nos regalan una orquídea:
Luz
sí, pero no sol directo, la temperatura entre 18 y 25 °C, nunca inferior a
16 °C. El riego debe ser una vez a la semana; se coloca la maceta en un
plato y se llena de agua, después de un rato hay que quitarlo.
Se
abona una vez al mes, siguiendo las mismas instrucciones que para el riego, es
decir, se diluye el abono en el agua del plato y al rato cuando haya absorbido
toda la humedad que necesita se retira.
Para
conseguir una mayor y mejor floración: cuando las flores se secan, hay que
cortar por encima de la tercera yema (nodo), y en pocos meses volverá a brotar
con más vigor.
La
maceta, como en todas las plantas, se cambia cuando empiezan a asomar por
debajo las raíces; esa es señal de que ya no le queda tierra ni espacio para
las raíces.


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