Calle del Sacramento |
Calle
silenciosa, de inconfundible trazado medieval, con más leyendas que casas. Toma
su nombre del desaparecido Convento del Santísimo Sacramento (1615). De este
convento solo queda la iglesia, hoy Catedral Arzobispal Castrense.
Catedral Arzobispal Castrense |
Fue
fundado por Cristóbal Gómez de Sandoval y de la Cerda, primer duque de Uceda, hijo
de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma y que sucedió a su
padre, como valido de Felipe III. Su Palacio hoy ubica a Capitanía General y al
Consejo de Estado frente a la que fue Iglesia de Santa María la Mayor.
El
duque de Lerma tuvo problemas relacionados con la corrupción que se
resolvieron, cuando éste obtuvo el capelo cardenalicio de Roma. Esto dio lugar,
cuando se vistió de cardenal, a la coplilla que decía:
Para no morir
ahorcado,
el mayor ladrón
del Reino,
se vistió de
colorado.
Este hermoso
Palacio del duque de Uceda es del siglo XVII y es la típica construcción de los
Austrias. Las dos grandes puertas daban entrada a zaguanes para que pudiesen
entrar los carros por una y salir por otra. Los grandes balcones pertenecen a
los salones principales. Los enormes escudos en piedra de Colmenar dan idea del
deseo de ostentación de su propietario. En la parte baja se ubicaba la cocina,
las despensas y los aposentos de la guardia. En la segunda planta, salones y
biblioteca y en la tercera los dormitorios.
En la llamada “Casa de la Cruz de Palo”, vivía un matrimonio musulmán, cuya joven esposa mantenía amores secretos
con un caballero cristiano. Cierto día el caballero desapareció. Cuando la
joven quedó viuda desveló el secreto guardado tan celosamente. Su marido la
había sorprendido con su amante y le había matado, enterrándolo en el tejado de
su casa. La viuda se convirtió al cristianismo y mandó levantar una cruz de
madera en el tejado, la cual, según se dice, se reflejaba cada atardecer en la
pared lateral de la Casa de Cisneros.
También
se cuenta que, a finales del siglo XVIII, época del reinado de Carlos III, el guardia de corps, don Juan de
Echenique, una noche paseando por esta calle se encontró con una dama muy
hermosa que le chistó e invitó a subir a su casa. Y así lo hizo. Dejemos a su
imaginación lo que pasó... Tras unas horas de pasión y llegada la hora del
cambio de guardia, el soldado se despidió, por el camino se dio cuenta que
había dejado su espadín y decidió regresar a buscarla. No puede entrar. Está
todo cerrado. Da fuertes aldabonazos y un vecino le pregunta qué hace. Le cuenta su
historia y el hombre asombrado le dice que allí no vivía nadie desde hacía
medio siglo. Abrió la puerta a la fuerza y cuando entró todo era polvo y
telarañas en lo que horas antes era lujo y esplendor. En el dormitorio estaba
su espada, sobre una silla, al lado de un retrato envejecido y roto de la mujer
que había yacido en sus brazos. Juan de Echenique decide ingresar en un
convento franciscano. En la capilla del Cristo de la Fe, de los guardias de Corps se guardó durante mucho tiempo
su espadín.
Otra
leyenda habla de esta casa como “La casa de los gatos”. Unas ancianas los
alimentaban. Al notar los vecinos que hacía días que no se veían a las
ancianas, dieron parte a la Justicia. Un
alguacil abrió la puerta de una patada y se encontraron a los gatos que las
estaban devorando.
La
casa fue derribada en 1972 y hoy ese espacio entre solar y plazuela, lo ocupa un aparcamiento subterráneo
construido en 1991 por Salvador Pérez Arroyo, en cuya parte superior hay una
fuente en cascada.
Cómo me gusta el Madrid de los Austrias!!!
ResponderEliminarA mí también. Le encuentro mucho encanto.
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