Teatro María Guerrero Calle de Tamayo y Baus, nº 4 28004 Madrid |
Se llamó Teatro de la Princesa en
honor a Mª de las Mercedes de Borbón y Austria, la primera hija de Alfonso XII.
Fue el marqués de Monasterio quien ordenó la construcción del edificio y según
noticias de la época se gastó la friolera de cinco millones de reales en el
proyecto. De la construcción del Teatro de la Princesa, se encargó Agustín
Ortiz de Villajos, quien diez años antes había hecho el teatro de la Comedia. También
fue el arquitecto del desaparecido Circo Price de la plaza del Rey.
Se inauguró el 15 de octubre de
1885. El objetivo fue crear un teatro elitista. A la muerte de Alfonso XII
comenzaron las dificultades económicas. En 1918 es Pablo Aranda quien acomete una
de las tantas reformas que ha sufrido el teatro.
En 1908 el matrimonio formado por
Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero compró el Teatro de la Princesa,
convirtiéndose en el centro de actuaciones de la actriz. La compañía encabezada
por ambos llevó por toda Hispanoamérica la marca España. En especial en
Argentina donde inauguraron el Teatro Avenida en Buenos Aires, contribuyendo
con ello al resurgimiento del teatro clásico español contemporáneo. Como actor,
este aristócrata, destacó en su interpretación en El abuelo (1904) de Benito
Pérez Galdós.
Habladurías: Fernando
Díaz de Mendoza fue un aristócrata de abolengo, VII marqués de San Mamés y VI
de Fontanar, además de conde de Balazote y de Lalaing. Fue todo un escándalo
que el aristócrata se casara con una comedianta, claro que, según las malas
lenguas, el marqués estaba arruinado. Tuvo un hijo ilegítimo de nombre Fernando
con la actriz Catalina Bárcena. Fue padre de Luis Fernando y Carlos Fernando
Díaz de Mendoza y Guerrero. También abuelo de Fernando Fernán Gómez. Éste era hijo ilegítimo de Luis Fernando con
Carola Fernán Gómez. María Guerrero impidió este matrimonio.
María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza |
Volviendo al teatro se dice que le
llamaban el Teatro de la Pulmonía por la ausencia de calefacción. En 1928 muere la actriz en las propias tablas
de este Teatro, con solo 55 años, siendo enterrada en el cementerio de la
Almudena de Madrid. Tras su muerte el Teatro es adquirido por el Estado Español
y fue utilizado como Conservatorio de Música y Declamación. En 1931, en época
de la II República se cambia el nombre de Teatro de la Princesa por el de Teatro
María Guerrero. El inicio de la Guerra Civil española provocó el cierre del
local hasta 1940, en que se volvió a abrir bajo la dirección de Luis Escobar (1940-1952).
Con el Teatro Valle Inclán y el Teatro María Guerrero se crea el Teatro
Dramático Nacional, en 1978. En su primera etapa fue dirigido por Adolfo
Marsillac. En 1996 es declarado Bien de Interés Cultural.
La fachada, con tres cuerpos, es
de orden neoclásico. Destaca el frontón con las iniciales TP entrelazadas. Ha
sufrido varias reformas aunque mantiene la fisonomía original. Podemos ver
medallones en la parte superior e inferior. Moreto, Tirso de Molina, Ruiz de
Alarcón, Lope de Rueda, Rojas, Hartzenbusch, Ventura de la Vega, Bretón de los
Herreros, Duque de Rivas...
El antiguo cocherón (parada de
carruajes) hoy es la entrada de acceso. “Mucha mierda” es una expresión escatológica
utilizada por el mundo de la farándula y por muchos que no pertenecen a ella,
para desear buena suerte. En los siglos XVI y XVII, en pleno apogeo del Siglo de Oro, las clases
altas acudían al teatro en coches de caballos y como es natural, los équidos no
se avergonzaban un ápice, a la hora de hacer sus necesidades. A mayor cantidad
de público en coche, mayor cantidad de caballos, mayor cantidad de excrementos,
mayor éxito de la obra.
Un teatro a la italiana. La
escena en este tipo de teatro se sitúa frente a los espectadores en un plano
elevado delimitado hacia los espectadores por un marco llamado arco de
proscenio, o boca del escenario, lo cierra el telón de boca. Por delante del
telón dispone de una avanzadilla llamada corbata o proscenio. El foso se sitúa
entre el proscenio y la primera fila de espectadores, es ahí donde se sitúa la
orquesta. A ambos lados de un escenario están los espacios llamados “hombros”
que permanecen ocultos a la vista de los espectadores gracias a las bambalinas.
Por ahí los actores entran en escena y se tienen preparados los elementos del
decorado que se utilizan en la función teatral. Las tablas es el suelo de la
caja escénica, espacio de mucha altura, que alberga las varas, unos perfiles
metálicos que soportan los elementos de iluminación y de decoración que pueden
bajar y subir, más los motores que las accionan. Las varas a su vez cuelgan del
peine, una parrilla metálica que cierra por arriba la caja escénica. Hay peine
a la italiana y a la inglesa. Actualmente se pone a la inglesa. El peine es
donde se cuelgan los elementos, las bambalinas. Bambalinas tiene varias
acepciones: cada una de las tiras de lienzo pintado que cuelgan del telar del
teatro y completan la decoración. Entre bambalinas significa detrás del
escenario durante una representación de un espectáculo: el director observaba
la escena entre bambalinas. Otro significado sería “de manera encubierta”.
El
foso, la escena y el telar conforman el escenario.
La Tramoya. Es el
conjunto de máquinas e instrumentos con los que se efectúan durante la
presentación teatral, los cambios de decorados y los efectos especiales.
La sala se encuentra frente al
escenario. En los teatros más antiguos suele tener forma de herradura. Y éste
la tiene. Para ganar espacio en altura tiene dos plantas. La parte baja y la
más amplia, es la llamada platea o patio de butacas. La sala del teatro es
pequeña, casi cúbica.
El techo es una preciosidad con elementos árabes. Un enorme rosetón de clara influencia neo-mudéjar, fabricado con cientos de cristales policromados y pan de oro. Los agujeros eran la antigua ventilación del teatro.
Butacas de terciopelo rojo. Es
una arquitectura de hierro. Los antepechos de los palcos son de forja bañados
con pan de oro. Ninguno de los dibujos de las barandillas se repite. El aforo
es de 500 localidades. El palco real está a la derecha al lado del escenario. Las
tulipas que llevan las letras TP son originales.
El telón de boca, ese telón rojo
al que estamos familiarizados en los teatros, aquí no lo hay. Hay un telón
negro de fondo. Las paredes también son negras para dar mayor profundidad.
Hasta los técnicos van de negro.
El espacio entre la pared y este
telón, ese pequeño pasillo que va del hombro derecho al izquierdo, se le llama “foro”.
Es la parte posterior del escenario, la opuesta a la embocadura. Recordemos
aquello de “hacer mutis por el foro”. Expresión procedente del mundo teatral en
el que hacer mutis significa literalmente “callarse” y por extensión “marcharse,
salir de escena”. Es normal que en las acotaciones al texto teatral figure lo
de hacer mutis por el foro, cuando el autor desea que un personaje abandone la
escena.
En los hombros es donde se crean
los ambientes. Los utensilios de la obra están en el hombro derecho y ahí se
encuentran los utileros. En el taller de utilería por ejemplo es donde se
envejece una vajilla. En el hombro izquierdo se ubica la peluquería entre otras
cosas. También está la cabina del Regidor. Desde aquí se hace el seguimiento de
la obra.
No tiene chácena que es la parte
trasera. Según el diccionario la chácena es en algunos teatros un amplio
espacio rectangular, abierto en el centro del muro del fondo del escenario y
situado bajo la jácena, la viga maestra, que sostiene su parte superior.
El foso. Tener muchas tablas es tener mucha experiencia. En el argot teatral
se alude a ello por las tablas de la escena que se quitan y se ponen. Son
tablas de madera de pino blanco. Se clavan y se desclavan con facilidad. Están
numeradas (D6-D5…). Son especie de trampillas. Hay un artefacto por el que se suben y bajan elementos y personas. El foso da mucho juego. Para los magos es fundamental.
Por la puerta principal entran
los decorados, no hay otra manera de entrar, por las estrecheces de este teatro.
Los camerinos están en una planta superior. A ras del escenario hay un camerino
de transformación rápida.
El Foyer es un espacio destinado
al descanso y lugar de encuentro muy próximo a la sala del teatro. En la sala
llamada de Margarita Xirgú, hay unas butacas, que lo mismo pueden servir como
descanso que para la espera de aquellas personas que llegan tarde a la función.
La antigua y popular cafetería o
ambigú, situada en el sótano, se ha transformado en la sala de la Princesa, con capacidad para
80 espectadores, donde se pueden ver obras de pequeño formato, de una hora de
duración. Entre esta sala y la principal se hacen dos funciones diarias.
En este teatro nunca hubo claque.
La claque (en francés bofetada) es, en su origen, un término que alude a un
cuerpo organizado de aplaudidores profesionales. Los miembros de una claque se
llaman claqueros. También existían los rieurs (reidores) que reían las bromas,
los pleureurs (llorones), normalmente mujeres que fingían llorar sosteniendo el
pañuelo ante los ojos. Los chatouilleurs (cosquilleadores) mantenían la
audiencia de buen humor, mientras que los bisseurs (biseros) se limitaban a dar
palmas y a gritar: ¡bis, bis!
En la última planta se ve y se
oye fenomenal gracias a la maravillosa acústica que tiene, aunque hoy todos los
actores llevan micrófonos. A Gonzalo de Castro se le oye de maravilla aún sin
llevar micrófono. La proyección de la voz es fundamental.
Los técnicos de sonido se ponen a
la izquierda en un palco del segundo piso y los técnicos de iluminación en el
tercer piso al fondo.
Nadie se imagina todo el personal
que trabaja en un teatro.
Que conste que cualquier error en
esta reseña es culpa de Marieta.
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