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sábado, 1 de marzo de 2014

Amantes de mis cuentos: Del dicho al hecho...


Parada de Autobuses




Nunca me había percatado de lo buena persona que soy. Ayer sin ir más lejos, como no tenía nada mejor que hacer, me senté en el asiento de la parada de autobuses que pasa por frente de mi casa. Y me quedé asombrado.

Un chaval que iba escribiendo en su móvil le dio un empujón a un señor que casi lo estampa contra un árbol y no dijo ni pío. Por favor, una disculpa, le dije, me miró como si no supiese de qué le hablaba.

Una chica tropezó con una baldosa de la acera y se levantó en el acto mirando a ambos lados, tiempo perdido porque nadie hizo intención de ayudarla, ni la vieron caer y si alguien la vio se hizo el sueco.

Hay conductores que aun viendo a la gente correr no son capaces de esperar unos segundos y les dejan tirados a un palmo de la puerta. Ellos la aporrean pero el otro no se entera. Si fuera verano, vale, pero hace un frío helador. No hay derecho, dije, porque sois trabajadores que tenéis que fichar a una hora y se ha ido sin ninguna consideración. Durante unos momentos, todos, nos acordamos de la familia del susodicho.

Una anciana, muy coqueta ella, lo sé por los labios pintados y porque va peinada de peluquería llegó con su bastón y le tuve que decir a la señora que estaba sentada a mi lado, que por favor le diera el asiento, me miró con mala cara, pero se levantó.

Mucha propaganda de la eficacia del transporte público pero la parada se llena porque no pasan siempre a la hora prevista. Para que no hubiese amontonamiento quise poner orden y dije que lo mejor era hacer una fila. Un viejo protestó cuando me puse a la cabeza pero es que yo había llegado el primero, subí y me senté.

La anciana del bastón subió la última. La rencorosa a la que le había dicho que le diera el asiento en la parada vino y me tocó en el hombro:

Este asiento está reservado para embarazadas, personas mayores y minusválidos.

Todo el mundo me miraba como instándome a levantar pero si los demás que estaban sentados, no son capaces de tener una atención con nadie ¿por qué tengo que tenerla yo?





© Marieta Alonso Más

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