La Lechera - Johannes Vermeer |
Tengo un presentimiento. Me voy a sacar el primer premio de la Lotería Nacional.
Entonces podré comprar ese
local que está a dos pasos de mi casa. Mandaré
hacer los arreglos pertinentes para acondicionarlo a mi gusto. A la entrada pondré
varias mesas pequeñas y redondas donde se servirá café en tazas de porcelana
china, todo tipo de infusiones como cream tea o Devonshire tea, entre otras. O
mejor bebidas alcohólicas como mojito o daiquiri para darle un toque cubano.
A
una amiga muy mañosa la pondré al frente de la cocina, hace unas tartas
riquísimas, aunque le diré que buscando el toque inglés nos sorprenda preparando
una bandeja de scones, con mermelada y nata montada.
El toque español se
logrará mediante todo tipo de bollería (amarguillos, perrunillas, tejas, pestiños, alfajores).
El
salón tendrá grandes ventanales para aquellos que les gusta charlar y mirar lo
que pasa en la calle. Para los aficionados a la lectura pondré un rincón
acogedor rodeado de estanterías con todos los libros que ya no caben en la casa
de mis padres.
Escribiré
un libro y lo pondré allí a la venta. En exclusiva. Al fondo pondré varias chaise longue para las parejas
enamoradas, algo así como pequeños reservados.
Para
atender el local contrataré a los que están sin trabajo. Recibirán una esmerada
formación. Mi madre podrá tejer a ganchillo unos visillos preciosos para dar ese
toque de romanticismo que toda escena requiere. Un sobrino economista me llevará
las cuentas y otro que es abogado atenderá los litigios por despido. Mi sobrino
preferido estará en la puerta, de portero, por si algún marido se le ocurriese
pillar a su mujer in fraganti.
Para
los cinéfilos pondré una pantalla gigante donde podrán ver todas esas películas
que mi hermano mayor compra los domingos en los quioscos.
Un
pequeño estrado con una mesa servirá para dar conferencias.
A
lo mejor cualquier Premio Nobel ruega poder hablar en tan bello tea room, porque será la tetería más
popular de todo Madrid.
Imposible
pasar una agradable velada en este maravilloso recinto, si no se reserva con un
año de antelación.
¡Uf!
¡Qué cansada estoy! Tendré que cerrar el local debido al estrés.
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