Corrala de Sombrerete. Madrid Fachada abierta a la calle de Mesón de Paredes Foto: Wikipedia |
Estaba
en el patio de vecinos hablando con una amiga cuando Filomena apareció en la
ventana llamando sinvergüenza al pescadero del barrio. Había comprado cuarto y
mitad de chirlas y ni una se había abierto.
-Eso no se le hace a nadie y menos a una
anciana que vive de la pensión de viudedad. Su madre será una santa pero él…
-Mujer no digas eso de mi hijo. Es muy
buena persona.
-Deberías darme las gracias por no decir
nada de ti. Ya ves que te he quitado de en medio. Podría haber dicho que era un
hijo de mala madre y no lo he hecho. Lo de sinvergüenza lo mantengo.
-¿Por qué no vas y le explicas lo que ha
pasado? Seguro encontrará la solución.
-Buena idea.
Escarbó
en el arroz sacando las chirlas cerradas, las puso en una bolsa y se fue a la
pescadería. El
hombre con gran paciencia escuchó todas sus quejas, recogió las chirlas, las
puso en su lugar y para tranquilizarla le dio un cuarto de sardinas.
Arreglado
todo Filomena se iba a ir tan satisfecha cuando una clienta que estaba a la
espera le dijo:
-No me gusta meter cizaña pero el precio
de las chirlas no es el mismo que el de las sardinas.
© Marieta Alonso Más
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