Mapa de Creta de 1719 |
La
más grande de las islas griegas y la quinta del Mediterráneo. Separa el mar
Egeo del mar de Libia, marcando la frontera entre Europa y África.
En
ella podemos encontrar asentamientos de la Edad de Piedra, palacios de una
civilización perdida, ruinas romanas, fuertes venecianos, minaretes orientales,
casamatas de la II Guerra Mundial, mitata (casa rupestre de piedra),
monasterios, pueblos dispersos en las montañas, castillos y capillas
abandonadas en pendientes escarpadas. Bosques de castaños, encinas y cipreses,
de palmera, de cedros. Plantas aromáticas como jara, salvia, tomillo.
El
espinazo montañoso de Creta se extiende casi sin interrupciones a lo largo de
los doscientos sesenta kilómetros que mide la isla. Algunos valles se abren al
norte pero pronto se estrechan. Uno de estos embudos es la garganta mayor de
Europa, Samaria, una de las zonas naturales más bellas de Creta. Su paisaje cambiante:
unas veces tosco y árido, otras llano y frondoso. Pueblos rodeados de olivos,
naranjos, vides, hortalizas. La mayoría de las ciudades portuarias se
encuentran en la zona norte que es menos abrupta (Haniá, Réthimno, Iraklio,
Agios Nikólaos, Sitía). En cambio Ierápetra (Piedra Sagrada), se encuentra en
el sur, enfrente de África.
Diosa de las serpientes Museo Arqueológico de Heraclión Arte minoico (1600 a.C) |
La
leyenda dice que en este isla nació Zeus y también que Dédalo construyó aquí el
laberinto del Minotauro. Minos reinó sobre Creta y las islas del Mar Egeo tres
generaciones antes de la Guerra de Troya. Se creía que era hijo de Zeus. Vivía
en Cnosos por períodos de nueve años, luego se retiraba a una cueva sagrada
donde recibía instrucciones de Zeus sobre el gobierno que había de dar a la
isla. Durante muchos siglos este reino yació enterrado. A principios del siglo
XX, sir Arthur Evans, arqueólogo inglés, al excavar un enorme montículo al
sudeste de Heraclion, lo descubrió.
Con
cada piedra desenterrada se reconstruyó un maravilloso palacio que nos
enseñaron que en aquella remota isla unos hombres aprendieron a escribir, a
tallar piedras preciosas y marfil, a pintar frescos, a administrar una compleja
sociedad y a manejar la más importante flota, mientras el resto de Europa
estaba ocupada por tribus bárbaras.
Sería
un desacierto dejar de ver los sitios arqueológicos que se encuentran en el
palacio de Knossos, Festos, Malia, Zakros y Gortina. Aquí destaca unas placas
con la inscripción de unas leyes escritas en dialecto dórico. También hay que disfrutar de la
fortaleza veneciana de Rethymnon, las antiguas mezquitas y los monasterios de
Arkadi y Prevell.
Una
erupción en la vecina Santorini hizo que terremotos y marejadas de treinta
metros de altura devastaran las luminosas ciudades de Creta. Ola de invasores
dorios, romanos, corsarios árabes, bizantinos, venecianos y otomanos, hizo que
para los cretenses, la rebelión se convirtiera en una forma de vida, sin dejar
de ser uno de los pueblos más joviales.
Siempre
fue una isla muy codiciada por su posición estratégica. En 1913 se une a Grecia.
Creta
no solo nos ofrece su pasado también en sus tabernas podemos: beber ouzo, bebida parecida al anís, tomar el
yogurt con miel, saborear la Kalichunia
(pequeños pasteles de queso fresco), comer Dolmadakia
que son hojas de parra rellenas de arroz, Achinosalata, ensalada de erizos de mar y el vino de Creta tan agradable al paladar.
En su capital, en 1541, nació Domenicos Theotocopoulos "El Greco" cuando aún era un territorio de la República de Venecia.
En su capital, en 1541, nació Domenicos Theotocopoulos "El Greco" cuando aún era un territorio de la República de Venecia.
La lira es su instrumento más preciado y no es difícil
escuchar canciones populares en alguna de sus tabernas y bailar al son de ella durante
las fiestas.
En
lo alto de la muralla de la capital de Creta, Heraklion, se puede leer el
epitafio de la tumba de Nikos Kazantzaki (1883-1957), autor de Alexis Zorba,
que dice así:
No espero nada, no temo
nada, soy libre.
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