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sábado, 15 de noviembre de 2014

Ramón L. Fernández y Suárez: Comentarios sobre Torquemada en la Hoguera de Pérez Galdós

Con motivo de una discusión académica relativa a las Inquisiciones de Occidente cayó en mis manos este “librito” cuya lectura me facilitó un muy autorizado colega, profesor de historia en la prestigiosa Universidad de Alcalá de Henares. Como se desprende del título que encabeza estas reflexiones, al referirnos al autor del texto que estamos comentando somos conscientes de estar enfrentando el análisis de una obra menor producida por un señero cultivador de las letras castellanas; a su vez conocedor profundo como pocos de las entretelas, motivaciones y diversos sentires de la sociedad decimonónica que se desarrolló dentro de la piel de toro.

Quienes hayan abordado la lectura, al menos parcialmente, de la vasta producción literaria de este célebre escritor canario conocen con seguridad sus peculiaridades como pensador comprometido y su infrecuente agudeza al analizar la sociedad que le rodeaba. Lo mismo al abordar temas históricos, como en el caso de sus Episodios Nacionales, que cuando aborda la descripción de perfiles psicológicos, digamos Doña Perfecta, le vemos dibujar con admirable precisión aquellos rasgos definitorios del tema que plantea.

Si echamos una mirada general al panorama literario del período en que vivió y escribió Don Benito, vemos que no estaba solo en la tarea de reflejar temas histórico-sociales en los que la calidad literaria de su obra, siempre discutible desde puntos de vista diferentes, va irremisiblemente de la mano de la crítica al momento social en el que escribe. En muchos casos diríase que éste, y  no otro, constituye el eje y la motivación de su quehacer en el campo de las letras. Con estilos narrativos diferentes, hay puntos de contacto por ejemplo con Vicente Blasco Ibáñez, por solo citar un nombre que avale nuestro modesto parecer. Como ya anticipamos, resulta evidente tras una lectura de Torquemada en la Hoguera que esta obra está lejos de constituir el momento culminante dentro de la dilatada producción salida de la pluma de este autor. Su desarrollo lo acerca a otros momentos estelares de su creación siempre desmitificadora. Nos viene a la memoria el título Misericordia, en el cual la intencionalidad del escritor parece lograr más altas cimas de penetración psicológica y sus críticas se dibujan con tonalidades más cercanas a la realidad; esto es, menos esperpénticas.

En el relato que ahora nos ocupa no es fácil encontrar alusiones a la triste realidad de la presencia secular del Tribunal del Santo Oficio en territorio alguno del reino de España. Es evidente que la selección del apellido Torquemada para el personaje principal de la obra constituye toda una alusión subliminal que de modo inconsciente puede dirigir al lector por senderos que le faciliten una más rápida comprensión de determinados rasgos que configuran el carácter de tan estrafalaria personalidad. Pero, ni de todas sus intervenciones a través del texto, ni de circunstancia alguna aparecida a lo largo de la obra, puede inferirse crítica ni posicionamiento alguno respecto de la institución  a la cual parece trasladarnos, desde el título, el apellido del terrible inquisidor.

En nuestra opinión, Pérez Galdós, conocedor del gancho comercial que la correcta selección de un título puede suponer, no dudó en utilizar este recurso como acicate para la difusión de este pequeño fruto de su magín, al parecer inagotable. Imaginación que, por derecho propio, le coloca en un sitio principal en el parnaso de la mejor literatura nacional.


© Ramón L. Fernández y Suárez

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