Varadero (Cuba) |
El último día del verano fue un día
ominosamente claro.
Cerca de la playa se estropeó el coche y
tuve que volver a pie al apartamento, sujetando las manitas sudadas y estrechas
de mis hijos, que dejaban un rastro de arena y quejas.
No se movía una hoja y el sol
desfiguraba las esquinas.
Se quedaron en el jardín mientras subía
a llamar a una grúa. Abrí la puerta y lo encontré abrazado a la au pair de los niños, una inglesa joven
e inquietante, de pelo claro y uñas oscuras. Tenía las piernas largas y mirada oblicua.
Él deslizaba su mano por la espalda de ella, hasta perderse en la brevedad de sus nalgas. Mi marido de toda la vida, hombre bajo, amable y calvo.
Él deslizaba su mano por la espalda de ella, hasta perderse en la brevedad de sus nalgas. Mi marido de toda la vida, hombre bajo, amable y calvo.
Me quedé paralizada, sentí un hachazo en
los riñones, la boca seca y una humedad
densa en la entrepierna, como lagrimones oscuros. Subía y bajaba la mano, metiéndola por el bikini mientras ella se sofocaba con maullidos de gato.
Di unos pasos hacia atrás, pasos de silencio y cerré la puerta con suavidad. En el descansillo respiré hondo. Permanecí quieta, recostada en el
mármol del suelo. Cuando me calmé, abrí la puerta con
estrépito de llaves y portazo.
Él estaba sentado en el salón con las
piernas cruzadas y una expresión despiadadamente familiar. Se oía un lejano revuelo de pasos por el
cuarto de al lado.
- ¿Pasa algo? Creí que estabas en la
playa- su voz sonó cautelosa.
- Estaba, pero se ha estropeado el coche
¿podías llamar a la grúa?- y sin esperar
respuesta grité: - ¡Evelyn, baja al jardín que están los niños!
Y noté en el aire el olor dulzón y
agrio de la inglesa, al pasar detrás de
mí. Él se concentraba en el teléfono con la mirada baja.
- En veinte minutos está aquí- dijo, girándose
mucho para colgar el teléfono y evitar mis ojos.
Me senté a horcajadas sobre
él, le cogí la cara y le llené su boca con mi
lengua. Noté un sabor salado y
desconocido en sus labios.
- Te quiero.
- Yo también.
© Cristina Vázquez Salinero
El último día por Cristina Vázquez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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