Yo
ya me despedía.... y palpitante
cerca
mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y
me quedé mirándote un momento
y
sonriendo con el alma entera,
y
aún más te sonreí... Y en el tranvía
a
un ansioso, sarcástico y curioso,
que
nos miró a los dos con ironía,
le
dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme,
señor esta alegría.»
Amado Nervo (México, 1870 – Uruguay, 1919) |
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