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viernes, 1 de mayo de 2015

Amantes de mis cuentos: Cáncer de mama


Una mañana mientras se desperezaba en la cama tocó un bulto en su mama derecha. Se sentó como un resorte. Al levantarse notó que se le doblaban las rodillas. Consultó con varios médicos y en diez días se vio ante un cirujano. Tras la operación dijeron que había que esperar resultados. Y como era paciente, en ambos sentidos, asintió.

Esto tiene un cariz feo, dijo el oncólogo. Yo pondré todo mi saber, no puedo prometerle nada, pero necesito que usted ponga todo su ánimo. Van a ser los peores meses de su vida.

Las señales son importantes y cuando la citaron para comenzar la quimioterapia, justo el día de su cumpleaños, no podía significar otra cosa que no fuera un nuevo renacer.

Las sesiones de quimio y radio fueron pasando con los altibajos propios. Se presentó para la última sesión y los análisis no dieron los resultados esperados.

 A pesar de las inyecciones y contra todo pronóstico no hemos logrado los leucocitos necesarios para poderle administrar hoy el tratamiento, dijo el doctor. No quiero hacerla sufrir más. Se acabó, que sea lo que Dios quiera.

Comenzó entonces con un tratamiento de cinco años a base de unas pastillas. Leyó en varios libros sobre las contraindicaciones que tenía y quiso hablar de ello con el oncólogo:


La he mandado a leer.

No, doctor.

Entonces, no lea.

Doctor, le decía mentalmente, el muerto lo pongo yo y quiero saber a lo que me expongo.


No le hace falta leer, continuaba el médico, lo que tiene que hacer es pensar en forma positiva.

Sí, doctor.


Estuvo cerca de un año sin poder pronunciar la palabra «cáncer». Un día surgió, la dijo sin pensar, la repitió muchas veces en voz alta y perdió el miedo, más no el respeto, a ese aciago vocablo.


Han pasado muchos años. Y aquí está. Siempre ha sido una privilegiada por tener una familia y unos amigos excepcionales. Todos la ayudaron a no sentir lástima de sí misma. La arroparon durante todo el tratamiento y cuando dejaron de mimarla supo que había triunfado sobre la enfermedad. 







© Marieta Alonso Más







4 comentarios:

  1. Tus palabras se deslizan suavemente sobre el papel, parece que todo tiene una solución.

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  2. Puedo hablar por penosa experiencia. Y ese calor humano abriga más que la mejor estufa.

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    1. Con gente que te quiera a tu alrededor se solventan muchos obstáculos.

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