Vasili Kandinski En blanco II, óleo sobre lienzo 1923 Centro Pompidou |
Conocí hace treinta años a mi amigo Víctor.
Trabajamos juntos durante muchos años. Es muy, muy callado. Vive por y para su
pareja. Se levanta a las siete de la mañana los fines de semana para ir a
buscarle un pan gallego que es su preferido.
Hace las faenas de la casa, cocina, compra,
trabaja como Ayudante Técnico Sanitario, pero es su pareja quien se lleva los
halagos al hacer de vez en cuando la mejor paella del universo, por hacer unas
lámparas de cristal en forma de lágrima, una maravilla. Nadie tiene tan buen
gusto. Todo lo hace bien y Víctor baila al son que toca su pareja. Le ríe todos
los chistes, todas las gracias.
Llevan treinta y cinco años juntos. El destino les ha
jugado una mala pasada. Hoy los dos están en una silla de ruedas. Ven juntos la
televisión tomados de la mano. Tres personas les atienden a distintas horas. Su
pareja se niega a ir a una Residencia y Víctor le apoya. Es quien atiende el
teléfono y lleva las conversaciones porque Víctor no tiene cabeza. Qué puedo
decir. Víctor siempre ha estado loco, loco, pero de amor.
Y le digo a Manolo
que es muy afortunado al tener a Víctor a su lado.
© Marieta Alonso Más
Muy tierno, Marieta.
ResponderEliminarMuchas gracias por todos tus comentarios. Un abrazo.
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