Localizada
en el golfo de Finlandia, a orillas del mar Báltico, en la región de Leningrado
es el símbolo de la parte europea de Rusia, que con justa razón, forma parte de
las ciudades más celebres y bellas del mundo. Su centro histórico y monumentos
de los alrededores es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
desde 1990.
Con
sus canales y más de cuatrocientos puentes, Píter como la llaman familiarmente
los que viven en ella, es fruto de la iniciativa del zar Pedro I el Grande, que
la fundó el 27 de mayo de 1703, en la isla Zayachiy. La memoria del fundador de
la ciudad esta encarnada en el monumento creado en 1768 por el genial escultor
francés Etienne Falconet.
Ha
sido bautizada con varios nombres: Se llamó San Petersburgo durante unos
doscientos once años, Petrogrado por escasos diez años, Leningrado por un
espacio de sesenta y siete años. Ahora ha vuelto a sus orígenes después de un
plebiscito.
La
punta oriental de la isla Vasilieskiy divide el curso majestuoso del rio
Neva en dos brazos, el Mayor y el Menor.
Durante largo tiempo esta parte de la isla sirvió de puerto mercante, por lo
que en este lugar se encuentran la Bolsa, dos columnas rostrales de 32 metros de altura y el malecón revestido
de granito.
Columnas rostrales Foto: Ángeles Alonso |
Catedral de San Pedro y San Pablo Foto: Wikipedia, la enciclopedia libre |
Por
el amplio Neva navegan barcos fantásticos que traen a ingentes turistas. En la
ciudadela no podía faltar una catedral de piedra, en cuyo campanario se
encuentra la figura del ángel que lleva una cruz y bendice a la ciudad. Esta catedral
sirve de panteón a los emperadores rusos y los miembros de la familia imperial.
Lo mismo que el templo, la fortaleza de forma hexagonal con seis bastiones en
cada uno de sus ángulos, recibió el nombre de San Pedro y San Pablo.
El Palacio
de Invierno, sede del Museo del Hermitage, con sus formidables dimensiones, sus
colores verde y blanco, su forma de rectángulo alargado, su abundancia de
elementos decorativos y su noble porte, debía simbolizar la potencia del
imperio Ruso. Está erigido en la orilla izquierda del Neva, iniciado en 1754
por el arquitecto Bartolomeo Francesco Rastrelli fue concluido en tiempos de
Catalina II. De lo grandioso del palacio dan una idea los datos siguientes: mil
cincuenta y siete piezas, ciento diecisiete escaleras, mil setecientas ochenta
y seis puertas y mil novecientas cuarenta y cinco ventanas. Al entrar no dan
abasto los ojos que se van del suelo al techo recorriendo paredes y puertas.
Todo una maravilla.
El
señorial perfil de la margen izquierda del río Neva muestra de izquierda a derecha, el
teatro Hermitage, el arco sobre el canal de Invierno, el Gran Hermitage, el
Pequeño Hermitage y el Palacio de Invierno.
La
plaza del Palacio señorea en el centro histórico de la ciudad, uniendo armoniosamente
el soberbio edificio del Estado Mayor General, el Palacio de Invierno, la
columna de Alejandro de granito rojo (la más alta de su tipo en el mundo), con
la figura del ángel en su cúspide y el Estado Mayor de la Guardia. La plaza del Palacio es, diríamos, la corona
arquitectónica de la capital norteña de Rusia.
La
torre del Almirantazgo, punto focal de las tres principales calles más antiguas
de la ciudad, que son la avenida Nevski, la calle Gorokhóvaia y la avenida
Voznesenk, es un edificio con cuatrocientos metros de fachada principal y las
dos laterales que superan los ciento setenta metros, se acentúa la parte
central por la torre de tres pisos con
una aguja dorada rematada por una veleta de oro en forma de pequeño barco y una puerta semejante a un arco de
triunfo.
Una
de las ciudades más espléndidas y armoniosas de Europa.
No
dejéis de visitarla. No se olvida.
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