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viernes, 1 de enero de 2016

Amantes de mis cuentos: En el portal de una casa


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John Singer Sargent


La placidez de la escena invita a la conversación, pero no, cada uno está a lo suyo.

El respetable señor de la casa, míster Smith, fuma y piensa en lo que estará haciendo su amante en aquellos momentos. Su encantadora esposa, Katherine, se acaba de enterar por una discreta sirvienta, de los enredos de su esposo con la mujer de míster Kennedy, su mejor amigo y vecino. Sufre en silencio mientras planea su venganza, practicando con la aguja tan parecida al estilete. Si ella fuera capaz, no dudaría en clavársela  a esas dos malas personas, que no la saben respetar, en mitad del corazón.
 
La mayor de las hijas, Rose, ha decidido no casarse con el hijo de míster Kennedy, que la pretende con más interés que amor y que tanto gusta a sus padres. No puede casarse con él, porque ha entregado su corazón al maestro forastero que tiene más sabiduría que dinero en los bolsillos.

La pequeña de las hijas, Diana,  piensa que haciendo una manta de bebé sus padres se enterarán de lo que está por venir, fruto de aquella loca noche, tan loca en que se dejó hacer por míster Kennedy, aquello que está vedado a una señorita. Ha decidido marchar lejos para luego entregar al bebé en adopción y meterse a monja aunque su familia sea protestante.

¡Hola! Pasad, pasad, dicen todos a la vez con una sonrisa en los labios al vecino que llega. De momento olvidan sus quebrantos ante la noticia que trae.

¡Han hundido el Lusitania! ¡Se ha declarado la guerra!







© Marieta Alonso Más

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