Ronda de noche Rembrandt Harmenszoon van Rijn |
Me
llamo Guillermina y soy la mejor ladrona de Amsterdam, de Holanda y del mundo. En
mi familia, robar, viene de antaño. El tatarabuelo de mi tatarabuelo comenzó
este noble oficio y desde entonces todos trabajamos con denuedo y sin
percances. Cada día nos lanzamos a las calles de nuestra ciudad y competimos para
ver quién trae el mejor botín a casa.
Hoy
entré en el mercado y con disimulo sustraje un gallo blanco y me lo colgué de
la cintura. Salí tranquila. Nada más cruzar la calle, el pollero apareció
gritando.
¡Al
ladrón! ¡Al ladrón!, vociferaba aquel hombre mirando de un lado a otro. Se
conoce que le achacó el hurto al hijo de alguna clienta.
Para
pasar desapercibida, no tuve más remedio que esconderme entre los soldados que
se disponían a comenzar la ronda. Y eso fue lo que me salvó, porque mientras
buscaban a un pillo, me adentré por callejuelas marcando el paso de los
soldados. Con la cabeza en alto no se percataron de mi presencia. Al pasar por
las inmediaciones de mi casa, me escapé, pudiendo llegar a tiempo para que mi
madre preparase la mejor cena que engullimos en muchos días.
Mis
padres estaban tan felices que hasta pude repetir. La pequeña se había graduado
con matrícula de honor en su primer día de faena.
Esa
noche soñé que Alí Babá abdicaba en mí y me ponía al frente, de sus cuarenta
ladrones.
©
Marieta Alonso Más
Vas por buen camino, ¿cuando sacas otro libro?
ResponderEliminarUn abrazo chiquilla.
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