Huesos del pie Foto: Wikipedia, la enciclopedia libre |
Ayer puse pies en
polvorosa. No quise entrar al trapo. La compañera de trabajo me ha tomado como
su secretaria. No da pie con bola por lo que tengo que hacer su trabajo y al
final quien recibe las patadas soy yo, porque siempre le busca los tres pies al
gato y eso que tiene cada pie de banco…, aunque ella se cree a pie juntillas que
es una superdotada.
Sé que no me
conviene tener un enfrentamiento con ella. Tuvo la suerte de nacer de pie. Es
la primogénita del Consejero Delegado. Y su padre no quiere enterarse del pie
que cojea su hija.
A veces me pregunto qué
podría suceder si sacara los pies del plato. ¡Qué ocurrencia! Me enviarían a
pie de calle.
Tengo dos
alternativas: andarme con pies de plomo o pararle los pies. ¡Ay, Dios! Ayúdame
a poner los pies en tierra firme porque esto no tiene pies ni cabeza.
© Marieta Alonso Más
¡Cómo te comprendo!
ResponderEliminarUn besote, Mabel.
¡Qué alegría Mabel! Has podido escribir un comentario. Besos.
ResponderEliminar¡que bien escrito esta! has logrado meter los pies en todas partes sin meter la pata. Un beso muy fuerte
ResponderEliminarMenos mal. He logrado mantenerme en pie sin que me llamen mete pata. Besos y abrazos.
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