Noli me tangere Antonio Allegri da Correggio Museo del Prado. Madrid |
María Magdalena figura en
los cuatro Evangelios como testigo de la crucifixión, sepultura y resurrección
del Nazareno.
Su nombre hace referencia a
su lugar de procedencia y fue curada de “malos espíritus y enfermedades”.
La tradición cristiana
identificó durante mucho tiempo a María Magdalena con la “pecadora de la
ciudad” (Lc 7:37) que se presentó ante Jesús durante una cena en casa de un
fariseo, le mojó los pies con sus lágrimas y luego se los secó con los
cabellos. Es otra. Dado que María Magdalena ayudaba a Jesús y a sus apóstoles con
sus bienes y era amiga de la esposa del administrador de Antipas, cabe suponer
que era de clase acomodada y no tenía necesidad de prostituirse.
Las mujeres del Evangelio −María
Magdalena, Marta, María de Betania, Juana, Susana y Salomé− sirvieron a Jesús
con gran lealtad. El relato de la muerte de Jesús nos indica que fue
traicionado, abandonado y negado por casi todos sus seguidores varones; solo Juan,
y las mujeres permanecieron con él hasta el final.
La versión más prolija de
la aparición de Jesús a María Magdalena es contada por San Juan. Tras decírselo
a Pedro y al discípulo amado se quedó llorando en la entrada de la tumba. Dos
ángeles se le aparecieron y al mirar hacia atrás vio a Jesús, que la llamó por
su nombre y lo reconoció por la voz, tal como en la historia del buen pastor.
Según la tradición
ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol
Juan. Murió allí.
El 10 de junio de 2016 se ha
publicado un decreto por el cual se eleva la memoria de Santa María Magdalena
al grado de fiesta en el Calendario Romano General, por expreso deseo del papa
Francisco.
La aparición de Jesús resucitado a María Magdalena visto por Tiziano |
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