En ocasiones
decidimos callar.
Pensamos que es
mejor no hablar sobre determinados temas.
Nos convertimos en aliados del silencio y damos un paso
atrás.
Hay quien nos
tildará de cobardes, de indiferentes.
Pero estoy segura
que alguien comprenderá.
Comprenderá que a
veces es justo lo contrario.
Guardar silencio también es posicionarse.
Es darle a alguien
más belicoso el lugar que se merece sin necesidad de palabras.
Se trata de no
entrar en su juego y eso también es valentía.
Es sangre fría y
nervios de acero.
Así que antes de
juzgar mejor reflexionemos.
Reflexionemos porque
detrás de todo siempre hay una razón.
Quizás ese
alzamiento de cejas oculta magma volcánica.
Tal vez aquel
encogimiento de hombros sea un esfuerzo de contención.
¿Lo sabemos? Me temo
que no.
Porque para algunas personas un silencio es sólo un
silencio.
© M. J. Pérez
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