Muchas cosas han cambiado
desde que el hombre es hombre. Si pudiésemos recrearlo como en la película de
la Máquina del Tiempo, donde el protagonista va viendo cómo pasan cientos y
cientos de años a su alrededor en cuestión de segundos, seríamos partícipes de
la gran evolución humana.
Para qué contar todos los
avances conseguidos; los inventos, la tecnología, nuestra forma de ver el
mundo, incluso. Pero, hoy, en mitad de algo que no sé cómo llamarlo, que se
extiende por el mundo dejando a su paso miedo e incertidumbre, detecto un paso
atrás y me provoca un escalofrío. Y no me refiero al papelón que estamos
haciendo, arrasando los supermercados, llenando los carros de egoísmo y poco
sentido común.
Así, no hacemos nada,
humanos. Nuestra fuerza reside en la manada, como ocurre con casi todos los
depredadores del mundo. Paradojas de la vida, ahí reside el obstáculo: el covid-19
crece con el grupo, con los abrazos y besos, con lo que nos marca como
personas. Se me hace raro estar alejada, saludaros con el codo, tirar un beso
al aire, no estrechar vuestras manos.
Pero, podemos ser una mente
colectiva, como hacen las abejas sin abrazarse, ni ir de fiesta;
responsabilizarnos todos de la supervivencia del panal. Preservar la salud de
los otros, es también salvar la nuestra.
Para aquel que le interese: es
momento de ser valientes, generosos e inteligentes. Es momento de sacar lo
mejor de nosotros y nosotras (hoy no te enfades conmigo, RAE) y afrontar esto
como lo que somos.
© Blanca de la Torre Polo
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