Había una vez un largo y
ancho camino que llevaba a una casa en ruinas rodeada de árboles. Para llegar a
ella se necesitaba pasar una niebla muy profunda.
Una noche muy oscura, sin
luna, un niño se perdió. Quería pedir ayuda, no sabía qué hacer. Estaba solo.
Cuando llegó al final del
camino vio la puerta abierta de la casa en ruinas. Tocó y dijo: ¡Hola! ¿Hay
alguien ahí? De repente algo pasó muy rápido entre los árboles. Se asustó. Y
entró en la casa. Todo estaba muy oscuro. Sintió un ruido y vio a un pequeño
fantasma escondido debajo de una mesa, tenía mucho miedo.
El niño fue despacito hacia
el fantasma para no asustarle y se sentó a su lado. El fantasma le prestó uno
de sus juguetes y le dijo que no tenía mamá y que el papá se había ido a otro
lugar muy lejos y no sabía cuándo iba a volver.
El niño le dijo que no se
preocupara.
Y cuando sus padres los
encontraron compraron y reformaron la casa en ruinas y fueron amigos para
siempre.
© Lu Xuan Calleja Romeralo
Una tarde de verano, en la
playa, a orillas del Mediterráneo, tres niños de 9, 11 y 13 años, decidieron
escribir sobre fantasmas, una casa en ruinas, y un camino cubierto de niebla.
¿Qué edad tenía Lu Xuan?
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