…La amistad no es más que la
igualdad de pareceres en todos los asuntos, divinos o humanos, unida a la
benevolencia y el cariño mutuos: a excepción de la sabiduría, no sé si los
dioses han concedido a los humanos ninguna otra cosa mejor que esta. Hay quienes
prefieren la riqueza, otros la buena salud, estos el poder, aquellos los cargos
políticos e incluso hay muchos que anteponen sus caprichos, si bien esto último
es propio de las bestias; el resto de cosas que he comentado arriba son
perecederas e inciertas y son consecuencia no tanto de nuestros planes como de
los azares de la fortuna. Por otro lado, hay quienes consideran la virtud el
más excelso bien —ellos, ciertamente, actúan de forma ilustre— pero la propia
virtud a la que se refieren engendra y alberga en su interior a la amistad, ya
que en modo alguno puede existir la amistad sin la virtud.
Interpretemos ahora qué
significa la «virtud» a partir de nuestras acciones en el día a día y de
nuestras palabras: no la debemos examinar con grandilocuencia, como hacen
algunos eruditos sino enumerando a aquellos que son considerados unos buenos
hombres, como los Paulos, Catones, Galos, Escipiones, Filos... Estos se
sintieron satisfechos con la vida en comunidad; pasaremos por alto a esos
hombres tan perfectos que todavía no se ha descubierto ninguno. Así pues, una
amistad entre dos hombres de tal clase tiene tantos momentos para disfrutarse
que apenas soy capaz de nombrarlos. En primer lugar, ¿cómo puede ser una vida «vivaz»,
en palabras de Ennio, aquella que no descansa en los buenos deseos compartidos
con un amigo? ¿Qué puede haber más dulce que tener con quien te atrevas a
hablar de cualquier tema, como si fuera contigo mismo? ¿Cómo se disfrutaría
tanto en la prosperidad si no tuvieras quien se alegrara de ella tanto como tú
mismo? Y sería difícil soportar la adversidad sin el que las soporta incluso
con mayor peso que tú. Por último, cada uno de cuantos objetivos los humanos
nos trazamos son útiles casi para una sola cosa: las riquezas, para usarlas; el
poder, para cultivarlo; los cargos políticos, para alabarlos; los caprichos,
para disfrutarlos; la salud, para evitar dolor y cumplir con los rigores del
cuerpo... En cambio, la amistad tiene muchísimas aplicaciones; donde te gires,
la verás a mano, de ningún lugar queda excluida, nunca llega a deshoras ni
resulta irritante: como dice el refrán, ni el agua ni el fuego se usan en más
sitios que la amistad. Y yo no estoy hablando ahora de la amistad vulgar o
regular que, sin embargo, también es provechosa y agradable, sino de aquella
que es auténtica y perfecta, tal y como fue la de aquellos pocos que se suelen
nombrar. Pues la amistad hace también que una buena racha resulte más brillante
y que, en cambio, las malas rachas sean más ligeras, al repartirlas y dividirlas.
Puesto que la amistad alberga
tan gran número de ventajas, y tan importantes, entonces resulta preferible a
cualquier otra, ya que ilumina el futuro de buenas esperanzas y no permite que
los ánimos se debiliten o decaigan. Quien mire a un amigo verdadero, que lo
mire como si se tratara de una imagen de sí mismo. Gracias a ella, los ausentes
están presentes, los débiles tienen fuerza y, lo que resulta más difícil de
decir, incluso los muertos viven: tan grandes son las honras, los recuerdos y
los deseos de sus amigos que los acompañan. Por este motivo, la muerte de
aquellos parece feliz, mientras que la vida de estos resulta digna de encomio;
pero si eliminaras del mundo esta unión de buenos deseos, no podría permanecer
erguida ninguna familia ni ciudad, ni siquiera la agricultura quedaría. Y si no
se entiende cuán grande es la fuerza de la amistad y la concordia, podemos
captarla en las disputas y discordias: ¿qué casa hay tan sólida, qué comunidad
tan firme que no pueda derrumbarse hasta los cimientos a causa de los odios y
las divisiones? A partir de esto se puede juzgar cómo de buena es la amistad.
Marco Tulio Cicerón fue un importante pensador, filósofo, político y también escritor de la antigua Roma. Famoso por sus discursos judiciales. Es recordado en los tiempos modernos como el más importante orador romano.
Nació el 3 de enero del año
106 en Arpino, un municipio de Roma. Fue un devoto partidario de la
República. En el año 43 a.C. fue arrestado y asesinado.
Frases suyas:
·
Este es el primer precepto de la amistad:
Pedir a los amigos sólo lo honesto, y sólo lo honesto hacer por ellos.
·
En cuanto a la adversidad, difícilmente
la soportarías si no tuvieras un amigo que sufriese por ti más que tú mismo.
· La amistad comienza donde termina o
cuando concluye el interés.
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