Por el nombre parece un plato exótico, pero según decía mi madre no es otra cosa que un puré de patatas enriquecido con queso y con lo que tengas a mano.
Antoine Parmentier trabajó y
mucho para que la patata fuera reconocida a finales del siglo XVIII como
alternativa alimentaria. Este hombre servía para todo, era francés,
nutricionista, agrónomo, naturalista, higienista… Gracias a su trabajo se
levantaron las leyes que prohibían el cultivo de este tubérculo que tanta
hambre ha saciado.
En casa éramos amantes de las
papas y hoy seguimos con esa relación amorosa que tantos goces nos brinda. No
falta en la mesa y nunca de igual forma, porque en la variedad va el gusto.
Ingredientes para 4 personas
1 kg
de patatas para cocer
200 g
de queso cheddar o azul, o cabrales, o tetilla…
1/4
litro de leche
nuez
moscada
sal
Preparación:
Lavamos las patatas con o sin
piel y a una olla. Cubrimos con agua fría, añadimos la sal y al fuego. Una vez
que el agua comience a hervir contamos treinta minutos, las pinchamos con un
cuchillo y si no ponen resistencia es que ya están.
Una vez cocidas, las dejamos
que se enfríen un poco, las pelamos, las aplastamos. Hay a quien le gusta el
puré bien fino y lo pasa por el colador. Añadimos mitad de la leche, la nuez
moscada y removemos para unirlo todo. Lo ponemos aparte.
Ahora, en el fuego, fundimos
el queso con la otra mitad de la leche, removiendo una y otra vez con una
cuchara de madera. Listo lo añadimos al puré de patatas, lo revolvemos todo,
corregimos de sal si hace falta, y servimos.
En mi casa lo enriquecemos
con cebolla bien picadita, con taquitos de jamón, con setas, con panceta
ahumada, con aroma de trufa… Y luego lo acompañamos con carne picada, pulpo a
la gallega, salchichas…
Lo que decía mi madre, con lo
que tengas en la nevera, que la vida está muy cara y en esta casa no se
desperdicia nada.
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