Sobre la arena dorada el niño descalzo juega
trae y lleva con su pala granos de sueños y estrellas.
No mira hacia el horizonte, pues su mundo está en la
arena:
castillos de fantasía como danzas de sirenas.
Los barcos suben y bajan entre las olas más fieras;
el niño lleva en su pala un mar de luz y de perlas.
Las olas le han sorprendido y le abrazan con tibieza;
sus piececitos se hunden en el jardín de la arena.
Y corre hacia mar adentro con su pala y su inocencia
para traer a la playa una guirnalda de estrellas.
En la arena de la playa el niño dejó sus huellas
y el agua del mar salada, las baña en la primavera.
Se lo llevaron las olas a jugar con las estrellas,
en un jardín que tenían de corales y las perlas.
© Mariana Romero-Nieva
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