Yo también tengo un sueño.
Soñé que en el corazón de los
hombres y mujeres crecían semillas verdes.
Soñé con tu mano agarrando
fuertemente la mía.
Tú que te cuelgas en los
alambres de la indiferencia denunciando las agresiones del sistema.
Asesinado por la pasividad, la
permeabilidad de los mercados, el planeta derrama lágrimas oscuras por los
cinco continentes.
Soñé con miles de árboles en las montañas, miles de herbáceas en las dunas, miles
de huertos urbanos en las ciudades.
Aprendí de tus intrínsecas
razones, mirando a través del apacible espejo del universo.
Escuche el sonido del viento.
Sentí el salitre marino
acariciando mis mejillas.
Palpité con el calor de la
tierra en una noche cerrada.
Somos parte de esa vida que
se concreta en cada pétalo, en cada flor, en cada océano, en cada selva, en
cada pantera, insecto o ballena. Incluso, en cada efímero beso.
Tantos corazones latiendo al
unísono en este planeta.
Yo también tuve un sueño.
Soñé con otras realidades, otras
miradas disruptivas.
El planeta volvía a exhalar
oxígeno, las nubes se enmarañan a las cumbres de las montañas, caudalosos eran
los ríos que corrían por sus laderas. Los animales se mimaban en sus aguas.
La vida volvía a ser
sostenible y la economía aprendía a respetar la naturaleza.
Yo también tengo un sueño.
¡Late
fuerte corazón semilla!
© Sol Cerrato Rubio
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