«Se
puede quitar a un general su ejército,
pero
no a un hombre su voluntad».
Confucio
(551-479 a.C.)
El período anterior al
«Primer Emperador» se llama «Período de los Reinos Combatientes». Al final de
este período Qin Shi Huang a la edad de trece años comienza a reinar en el
estado de Qin con la ayuda de su madre y un ministro.
Nada escapa al control del
Imperio. Instaura un sistema político fuerte y centralizado. Se le atribuye
también la construcción de la primera versión de la Gran Muralla China, de
la reunificación de los reinos combatientes en la Dinastía Qin y de
otros avances administrativos, económicos, militares y tecnológicos en la
región como un sistema estandarizado de pesos y medidas, un sistema oficial de
escritura que ha llegado hasta la caligrafía actual. Pero también fue conocido
por su tiranía, la quema de libros y la persecución de intelectuales.
La China unificada es una de
las mayores entidades políticas de la Tierra. La estrategia política y
propagandística, la burocracia y la estandarización que comienza en el período
Qin es el inicio de una transformación entre la algarabía de etnias, costumbres,
religiones y lenguas, que continuará durante la dinastía Han y llega hasta
nuestros días.
Apenas una década después de
su proclamación como primer emperador, Qin Shi Huang muere.
Las tumbas son microcosmos
del mundo de los vivos. Los muertos se llevan todo lo necesario para asegurar
su vida póstuma, por lo que, el Primer Emperador dejó preparado cerca de Xi’an
un palacio en el centro de un imperio subterráneo en el que viviría para
siempre. La tumba contiene unas ocho mil figuras de soldados, unos quinientos
caballos y unos 130 carros de guerra. Los soldados miran hacia oriente. Allí
sigue, el Primer Emperador, protegido por un ejército de terracota en posición
de batalla.
Los guerreros de terracota no
fueron creados para ser vistos. Se trata de un tipo de arte funerario enterrado
en una formación de batalla compuesta por tres fosas de entre cuatro y ocho
metros de profundidad, situadas a un kilómetro y medio al este de la tumba del
emperador, y a unos 35 km al este de Xi’an.
Fueron descubiertas por
agricultores locales durante unas obras para abastecimiento de agua, el 2 de
febrero de 1974. Según estimaciones de 2007, entre las tres fosas había
figuras de más de 8000 soldados construidos a tamaño ligeramente superior al
natural, una caballería de 150 animales y 130 carros tirados por
otros 520 caballos, también se encontraron otras figuras no militares, como
funcionarios, acróbatas, forzudos y músicos.
Desde el año 1987 todo
el conjunto arqueológico está considerado Patrimonio de la Humanidad. En 2010
el equipo arqueológico de los Guerreros de Xi'an, representado por su directora
Xu Weihong, recibió el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
Una fosa inmensa
La fuerza de los guerreros de
terracota radica en la energía contenida que transmite el conjunto de este
inmenso ejército desplegado en formación rectangular y ricamente policromado. Gracias
a los análisis científicos, hoy sabemos cómo se fabricaron los miles de
guerreros de cerámica, los encargados de proteger al emperador en su vida de
ultratumba. Los obreros mezclaban la arcilla local con la arena que le daba
mayor plasticidad, además de abrir poros que permitiesen la evaporación del
agua. Cada guerrero fue modelado individualmente de abajo a arriba utilizando
rollos de arcilla para la estructura y después añadiendo detalles en la
superficie, posiblemente con la ayuda de moldes de cerámica y herramientas de
bambú. La cabeza se fabricaba por separado y se remataba individualmente. Una
vez secas se cocían en enormes hornos a unos 700 grados centígrados. Cada
guerrero tiene una cara particular
Formación:
La infantería ligera: Tres
filas encabezan la formación. Están alineadas a lo largo de toda la zona de la
fosa que no está dividida por tabiques. Armados con armas de bronce reales, armaduras
y peinados diferencian según su rango entre soldados y oficiales. Están
colocados en formación de batalla y miran hacia Oriente.
La infantería pesada: Los
soldados se despliegan en la parte posterior de la formación y están dirigidos
por un alto mando.
Los oficiales: Un carro de
combate tirado por cuatro caballos y bajo el mando de un oficial precede
algunas filas de soldados de infantería pesada. El carro chino tiene las ruedas
más pequeñas y con más radios que los occidentales, lo cual le confiere más
estabilidad.
El espacio está dividido por
diez tabiques que forman largos corredores por lo que se distribuyen los
soldados.
En 1980 se descubrieron dos
carros de bronce pintados, cada uno de ellos formado por más de 3000
piezas, tirados por cuatro caballos y guiados por un conductor imperial. Según
algunos estudios, el primero de estos carros serviría para allanar el camino
del séquito del emperador, mientras que el segundo sería el carro en el que el
monarca dormía. Los carros están construidos a la mitad aproximada del tamaño
real, y tenían incrustaciones de plata y oro.
Tras su muerte la lucha por
el trono desemboca en una larga guerra que culmina con la instauración de la
dinastía Han. Apoyados en las reformas iniciadas durante la dinastía Qin, los
emperadores Han expanden el territorio, establecen relaciones diplomáticas y
estimulan avances en medicina, ciencia, tecnología, astronomía y literatura.
Con sesenta millones de súbditos en 1,5 millones de kilómetros cuadrados, China
se convertiría en el imperio más avanzado de su tiempo.
In Memoriam
En el interior de los
fragmentos de guerreros pueden observarse todavía las impresiones de manos y
dedos de los artesanos que les dieron forma. Estudios realizados apoyan la idea
de se empleó a prisioneros de guerra traídos de los reinos conquistados para
construir este complejo funerario.
Al terminar el trabajo, fueron
arrojados en fosas comunes y tumbas estrechas, eran hombres, mujeres y niños.
Estudios antropológicos revelan evidencias claras de forcejeos y muertes
violentas. Se saben los nombres de unos pocos, alguien rascó su nombre, su
lugar de origen y el crimen que les acarreó la condena a trabajos forzados.
Estos hombres, mujeres y
niños son los verdaderos artífices de los monumentos que admiramos hoy.
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