Excelente película.
Retrato
del tiempo perdido, de las ilusiones reprimidas, de las esperanzas frustradas.
Una ambientación magnífica, una banda sonora perfecta, una fotografía soberbia.
Anthony
Hopkins.
Espléndido
en su papel. Como siempre. Su capacidad de expresarlo todo con la mirada, sea
cual sea el sentimiento que nos quiere transmitir, sin aspaviento, sobrio,
creíble es admirable.
Stevens es el narrador que
durante treinta años ha sido el primer mayordomo de la mansión Darlington Hall,
propiedad de un aristócrata inglés, miembro de la
clase dirigente inglesa, que se dejó seducir por el fascismo y pretendió hacer
un tratado de paz entre el gobierno nazi de Alemania y la Gran Bretaña antes de
la II Guerra Mundial.
El mayordomo entregado en
cuerpo y alma a su trabajo. Perfeccionista, pulcro, honesto, leal... No se permite
pasiones.
Emma
Thompson.
Espléndida
en su papel. Como siempre. Es la señorita Kenton que entra a trabajar en la
mansión como ama de llaves. Sencilla, atractiva mujer, responsable y
trabajadora.
Stevens
se enamora de ella en silencio. La
señorita Kenton también se enamora del señor Stevens. Juntos se transmiten
sentimientos con una mirada, una palabra, una crítica.
A su pesar
es la crónica de un doble fracaso amoroso, de aquello que podía haber sido y no
fue.
El
plano que encuadra al Sr. Stevens refugiado en una parada de autobús bajo la
lluvia tras visitar a la señorita Kenton, cuyo matrimonio está a punto de
deshacerse, expresa el vacío, la soledad de una vida, la ironía de un
comportamiento intachable.
La película es una adaptación de la novela de Kazuo Ishiguro, escritor británico de origen japonés, ganador del Premio Nobel de Literatura 2017.
Jornada a jornada, Ishiguro escribe una novela perfecta de luces y sombras, de realidades
amargas, de amables paisajes y sentimientos profundos que quedan atrás.
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