Fresno de desnudas ramas
en invierno,
y de amables hojas tardías
en primavera.
Me agarro a tu corteza samara
para atesorar tu vientre hoja,
tu vientre savia.
Algunos árboles
cayeron por el golpe certero
de un hacha enemiga.
Otros se adormecen
en el alcorque metro cuadrado.
Kilómetros de asfalto
en una avenida
sin abejas e insectos.
En este vergel bosque,
me abrazo a ti.
Mi cuerpo y mi alma
se armonizan
con tu aliento vida.
Menhir excelsior,
de ti a mí,
de mí a ti,
la energía fluye.
Savia sabia.
Savia sabiendo a vida.
Un lanceolado liquen
recorre las riberas
de tu corteza tronco.
En la humedad
de tus oquedades dioicas
duermen las ardillas.
Tus raíces tierra
colonizan la jungla
de mi pinnada esperanza.
Savia sabia.
Savia sabiendo a vida.
©Sol Cerrato Rubio
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