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jueves, 11 de julio de 2024

Milagros Serrano Baena: Entre naranjos de Vicente Blasco Ibañez

 



         Dividida en tres partes y dieciséis capítulos y narrada en tercera persona por un narrador omnisciente, Entre naranjos nos presenta, con un lenguaje muy descriptivo, de gran lirismo, vívido y colorista, la historia de los amores de Rafael y Leonora, una historia que tiene como trasfondo una trama de politiqueo provinciano y caciquismo local.

         Tiene la estructura de un viaje interior por el alma de sus protagonistas Rafael y Leonora, la de ella mucho más interesante y compleja. La pareja vive momentos de amor de una intensidad romántica y modernista con el trasfondo de la música y la política.

                   Al principio Leonora juega con él, se ríe y se burla de la pasión del pobre pueblerino, porque eso es para ella Rafael, pese al prestigio de la familia y sus influencias políticas. Pero poco a poco, sin darse cuenta, el infantil amor que Rafael le profesa acabará enamorando a la cantante.

         Rafael y Leonora vivirán su pasión sin preocuparse de nada ni de nadie, pero su historia de amor se convertirá en un escándalo.

         La novela apela a nuestros sentidos, el olor de los naranjos, la luminosidad de los cielos, los lujuriantes huertos que se extienden hasta donde alcanza la vista, el murmullo de las hojas, la música de Wagner y Schubert...

         La acción tiene lugar en Alcira, un pueblo de estrechas callejuelas, bañado por las aguas del Júcar, que cada año se desborda inundando los campos, los huertos de naranjos, un pueblo marcado por la devoción a San Bernardo, el provincianismo, la hipocresía y la murmuración.

                   Hay un recorrido por el paisaje humano, con un relato bien interesante y aleccionador sobre un caso de caciquismo. El quefe como auténtico padrino. Primero el poder social, luego el poder económico y finalmente el poder político.

         Los personajes: Los protagonistas son Rafael y Leonora, Rafael es el único hijo y heredero de la familia Brull, soñador, honrado, tímido y apasionado, ha seguido la carrera que le han elegido, primero como estudiante de Derecho, abogado y después Diputado. Dominado por su madre que lo maneja a su antojo, parece liberarse de su yugo y ser lo que quiere ser.

         Leonora, hija del Doctor Moreno, médico que fue de Alcira, bondadoso, socialista y ateo, se traslada a Milán siguiendo a su padre, que se mueve como pez en el agua en las tertulias de artistas y músicos. Allí Leonora empezará su carrera de cantante y se hará famosa, interpretando las óperas de Wagner. Leonora cansada de recorrer el mundo, de sus triunfos y aventuras amorosas, vuelve a su pueblo natal para descansar y vivir con su tía, la inocente Doña Pepa, alejada de todos, se convertirá en objeto de las murmuraciones de Alcira que la "acusan" de embrujar a Rafael.

         Alrededor de los protagonistas, los secundarios, Doña Bernarda, la madre de Rafael, avara, ambiciosa, religiosa solo cuando le conviene, fría, dominante y que maneja a su hijo para mayor gloría del apellido Brull. Don Andrés, amigo de la familia Brull y lugarteniente de Doña Bernarda, a la que secunda en todas ocasiones, aunque se tiene por el Don Juan local, no entiende que Rafael haya perdido la cabeza por la artista.

         Beppa, criada italiana de Leonora, muy fiel a su ama. Remedios, hija de don Matías, un rico empresario local, es una joven tímida y torpe, apocada y un poco beata, en su infancia corría como una chicuela por los huertos de su padre y tras elevarse este de condición, ha sido educada lo justo para convertirse en esposa y madre, cumpliendo los deseos de sus mayores, aspira a casarse con Rafael. Una vez casada, se desprende del amor para ser sólo madre y complacer al marido sin mostrar sentimiento alguno, lo contrario sería ser mala mujer.

         Cupido, el barbero local, amigo de Leonora y su informador de lo que se cuece en el pueblo, Leonora simpatiza con él porque comparte las ideas revolucionarias de su padre y es el único que parece libre del servilismo a los poderosos.

         El alcalde, el cura, los socios del casino, los hortelanos y labriegos.

 

         La Casa Azul

         Aquella mañana, al bajar del tren, entre los apretones de la muchedumbre, el diputado, sordo a la Marcha Real y a los vivas, se levantaba sobre las puntas de los pies, buscando ver a lo lejos, entre las banderas, la casa azul con sus masas de naranjos.

 

         Campo de Alcira

         Los huertos de naranjos extendían sus rectas filas de copas verdes y redondas en ambas riberas del río; brillaba el sol en las barnizadas hojas; sonaban como zumbidos de lejanos insectos los engranajes de las máquinas de riego; la humedad de las acequias, unidas a las tenues nubecillas de las chimeneas de los motores, formaba en el espacio una neblina sutilísima que transparentaba la dorada luz de la tarde con reflejos de nácar.

         Y como colofón, La naranja. Acercando a la boca el perfumado fruto, clavaba en la dorada carne sus dientes blancos y brillantes. Cerraba los ojos con delicia, como embriagada por la tibia dulzura del jugo. Crujían los gajos entre sus dientes. y el líquido de color de ámbar rezumaba, cayendo a gotas por la comisura de sus labios carnosos y rojos.

        

        

Leyendo Entre naranjos se disfruta por su lenguaje, sus descripciones, y el retrato psicológico de sus personajes, principalmente de los protagonistas, su crítica al caciquismo local y, sobre todo, por su magnífico final.

         De la novela, lo que más me ha llegado es casi al final, cuando interviene el diputado de más edad. Era el único que hablaba de la España futura, un pueblo que se gobernaría por sí mismo, que no pagaría sacerdotes porque respetando la conciencia nacional, permitiría todos los cultos sin dar privilegios a algunos. Habla del presupuesto de la casa real, de la construcción de iglesias y conventos olvidando crear escuelas para el pueblo. La iglesia cobrando a los fieles por sus servicios y a la vez teniendo una asignación del estado, en detrimento de las obras públicas. Terminó su discurso soñando con un porvenir sin absurdos ni injusticias.

         Rafael empieza su intervención diciendo que España era profundamente religiosa, su historia era la del catolicismo, se había salvado en todos sus conflictos abrazada a la cruz. Siguió hablando de los excesos de la revolución y del cantón de Cartagena.

         Felicitaciones de todos los parlamentarios. Le vaticinan que va a ser ministro.

         Cuando busca a Leonora, toda su religiosidad cae por los suelos, quiere dejar a su mujer, hijos, hacienda y futuro. Leonora le recuerda lo que acaba de exponer ¿Y la santidad de la familia? ¿Y la moral cristiana, sin la cual sería imposible la vida? ¡Qué de mentiras decís!

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