Tu pupila irisada se asoma misteriosa y profunda;
conteniendo las respuestas cuestionadas
alrededor de una visión cromática de las madrugadas.
Una abertura penetrante en las profundidades de tu mirada.
Radiando estelas cósmicas que perduran en la noche y en las
alboradas.
Te encontré en medio de la tempestad,
en una época huracanada, borrascosa, turbulenta.
Tus palabras fueron la droga perfecta,
la pócima sencilla, el bálsamo saludable,
el remedio cicatrizante...
No bajé al inframundo de los espejismos,
de las fuegos abrasadores y dañinos pensamientos.
Me mantuve erguida frente a mis enemigos,
frente a mis malévolos fantasmas que campan
a sus anchas en las esquinas de
sus guaridas.
Fui el equilibrio en la cuerda de un trapecista.
Viví en la armonía de un verso.
Soñé con la alianza estelar de los
movimientos.
Claudiqué mis más profundos apegos.
Puse tregua a mis guerras subterráneas.
La Vía Láctea en tu cristalina mirada de color esmeralda
© Sol Cerrato
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