Gloria Fuertes (Madrid, 1917-Ibídem 1998) |
Yo como
Tú comes
Él come
Nosotros comemos
Vosotros coméis
¡Ellos no!
Cangura para todo
Narrador:
Sonó el timbre.
El señor abrió la puerta.
La escalera estaba muy oscura.
Alguien, con un pañuelo atado a la cabeza,
le entregó una tarjeta que decía:
"Se ofrece cangura muy domesticada
para doméstica".
Señor:
Pase, por favor; llevamos un mes como locos sin niñera ni cocinera.
Siéntese.
Narrador:
El señor abrió de par en par la ventana y de par en par los ojos.
Ante él tenía un canguro imponente.
Señor:
¡Pero bueno! ¡Pero cómo! ¿Pero cómo ha llegado usted aquí?
Cangura:
-Pues saltando, saltando, un día di un salto tan grande
que me salté el mar.
Señor:
¡Clo! ¡Clo!
Narrador:
El señor parecía que iba a poner un huevo,
pero era que llamaba a su esposa,
que se llamaba Dulce Mariana Clotilde del Carmen, pero él,
para abreviar, la llamaba Clo.
Apareció Clo y desapareció al mismo tiempo gritando:
Señora:
¡Dios mío, hay un canguro en el sofá! ¡Un canguro!
Cangura:
Cangura, señora, cangura, soy niña.
Narrador:
Aclaró el animalito
estirando sus orejas y lamiéndose las manos.
Señor:
¡Ven, Clo! Ten confianza...
Narrador:
Volvió a aparecer Clo muerta de asombro.
Señor:
Mírala bien, parece limpia y espabilada,
además a los niños les gustará. Yo creo que conviene
que se quede en casa.
Narrador:
Clo, la señora, miraba a la cangura de reojo, tragando saliva...
Señora:
¿Cuál es su nombre?
Narrador:
Preguntó por preguntarle algo.
Cangura:
Marsupiana, para servirles.
Narrador:
Y la cangura se quedó en casa para servirles.
Vamos a ver
Vamos a ver si es cierto
que le amamos,
vamos a mirarnos por dentro un poco.
¡Hay cosas colgadas que
a él le lastiman,
freguemos el suelo y abramos las puertas!
Borremos los nombres de
la lista negra,
pongamos a los enemigos
encima de la cómoda,
invitémosles a sopa.
Toquemos las flautas de
los tontos,
de los sencillos.
Que Dios se encuentre a gusto si baja.
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