Josué caminaba
cabizbajo aunque de vez en cuando su mirada ominosa se posaba en algún
transeúnte que sin querer tropezaba con él. Los triglicéridos los tenía por las
nubes. No sabía ni que existían hasta que el doctor le habló de ellos. Intentó
no pensar. Se conocía bien. Era proclive a la depresión. Por ello llevaba cinco
años yendo al psiquiatra.
Ya en la consulta se
entretuvo hojeando unas revistas que pronto le cansaron. Le llamó la atención nueve
dados con letras que estaban sobre una mesa. Sin otra cosa mejor que hacer tomó
los dados y comenzó a juguetear con ellos. Capturó cuatro y compuso la palabra
león, con las otras cinco restantes pudo leer pasmo y así fue creando palabras
hasta que con pleonasmo compuso una palabra de nueve letras.
−Qué listo soy! −pensó
Josué
Le llamaron. Entró y
se acostó en el sofá. El médico al verle tan animado le preguntó
−¿Sabe usted lo que es
un oximoron?
−No, no lo sé −dijo el
doctor. Pero podría decirme usted lo que son las miodesopsias.
−No. Lo que sí sé es
lo que es una onomatopeya, una aféresis, una elipsis.
−¡Vaya! Yo en cambio
sé dónde está el peroné, el metacarpo y la fosa poplítea.
Paradojas de la vida,
pensó Josué. He aquí dos eruditos hablando de lo que cada cual conoce.
© Marieta Alonso Más
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