Placa conmemorativa El padre Luis Coloma situó la vivienda del Ratoncito Pérez en la calle Arenal, nº 8 de Madrid |
Mi
hija se casó en contra de mi voluntad con un borrico de hombre. Se encaprichó. Ya
se sabe… pudo aspirar a algo mejor pero así es la juventud.
Lo
bueno que he sacado de ese matrimonio, es un nieto que es lo más inteligente,
lo más guapo, lo más cariñoso del mundo. Mi mujer que es una aguafiestas me
dice que es como cualquier niño. ¡Qué sabrá ella!
Anoche
sin ir más lejos pusimos debajo de la almohada un diente que se le cayó y el
Ratoncito Pérez le dejó dos monedas. Estaba contento y feliz pero tuvo que
venir su padre y lo único que se le ocurrió hacer fue quitarle el dinero y echarlo
en la hucha.
El niño al ver lo que había hecho no cesaba de llorar y el muy
zoquete le dio una buena azotaina con estas palabras: Ahora sí tendrás motivos
para lagrimear.
Se
refugió en mi regazo y cuando mi yerno se marchó intenté consolarlo: No te
preocupes, campeón, abrimos la hucha y las sacamos.
Con
toda la razón del mundo me contestó entre sollozos: ¿Y cómo sabremos cuáles son
las que me trajo el Ratoncito Pérez?
©
Marieta Alonso Más
Danos tu opinión. Pulsa una estrella. Gracias.
Genial, ¡cuánta verdad dicen los niños!
ResponderEliminarMuchas gracias Ana. Tus comentarios siempre animan. Besos
ResponderEliminarSiempre la sorpresa, ¡cómo me gustan tus cuentos!
ResponderEliminar¡Mi gran fan! Muchas gracias Marisa
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