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domingo, 15 de marzo de 2015

Gema Martín-Romo Buj: Corazones

Representación del amor
Erastés y Erómeno. siglo V a. C.


Andrés se ganó el amor de María con su personalidad alegre y espontánea. En primavera, para celebrar su primer aniversario, le regaló un colgante de aguamarina con forma de corazón. 

Con el tiempo, la cadena dorada fue perdiendo todo su brillo; en cambio, la gema permaneció como el primer día: preciosa, compacta e impenetrable.

Una mañana del recién estrenado otoño, Andrés se desperezó en la cama. Sabía que era tarde pero—qué más daba—no tenía que ir a trabajar. Permaneció unos instantes con los ojos cerrados, disfrutando de una imagen que no quería borrar y de sus labios brotó una pícara sonrisa.

A fuera, el cielo encapotado, daba la razón al hombre del tiempo que había predicho chubascos para el fin de semana. Unos golpes secos, procedentes del jardín, le sacaron de su ensueño. Se estiró de nuevo sobre las sábanas pero esta vez rozó con la mano su zapato.

—Uff, cómo debí llegar anoche —se recordó con cierto tono guasón—, a saber cuántas copas de vino cayeron.

Los golpes se repetían casi rítmicos, hasta que el sonido de cristales rotos, le hizo reaccionar. Corrió hacia la ventana y quedó atónito al contemplar a su mujer encinta, armada con un palo de golf, descargando toda su ira contra el coche familiar. De inmediato, Andrés se dirigió a la cama, tomó su zapato y con los ojos desencajados vio el preservativo medio escondido en su interior. Si Marlene no hubiera insistido en darle placer de aquella otra manera…
Abatido, Andrés se dejó caer sobre la cama. Observó su imagen en el espejo del techo y, tapándose la cara con ambas manos, gruñó: “mierda”.




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1 comentario:

  1. GEMA:
    Vaya manera de comentar los errores masculinos. Me sorprenden tu soltura y sencillo desenfado para tratar un tema tan corriente y habitual. Afortunadamente, veo que lo relatas desde la postura de un tercero omnisciente y ello me muestra la objetividad de tu aproximación al argumento. Me ha resultado interesante por el modo de contarlo.

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