La Gioconda 1503-1519 Leonardo da Vinci Museo del Louvre. París. Francia |
Con
la llegada del Renacimiento renació el verdadero arte del retrato. El inventor
de la fórmula que posibilita al artista la creación de un objeto artístico
impregnado de parecido con la realidad, que iguala a los mejores bustos de los
romanos, parece haber sido Leonardo y el primer ejemplo lo tenemos en La
Gioconda, llamada así por ser la esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo,
que realmente se llamaba Lisa Gherardini de donde viene su otro nombre Mona
(señora) Lisa.
Da
Vinci pintó este cuadro sobre una tabla de madera de álamo recubierta por
varias capas de enlucido, en Milán entre 1502 y 1510, empleando la técnica del
sfumato. Es probable que añadiera el paisaje del fondo después de terminado el
retrato ya que a Leonardo le fascinaban las fuerzas desatadas de la naturaleza.
Representa
a una dama sentada, de media figura, la parte por el todo, empleando el mismo
procedimiento de los escultores romanos. Vuelta hacia un lado, los hombros
recorren una diagonal, carece de cejas y pestañas aunque Giorgo Vasari,
contemporáneo de Leonardo, habló de ellas. No lleva anillo. Dirige la mirada ligeramente a su
izquierda y muestra una sonrisa considerada enigmática. La variación del color
es débil y sugiere una suave luz de interior.
Es
el retrato más famoso de la historia. Es posible que ello sea debido a las
numerosas referencias literarias, a las hipótesis sobre la identidad de la
protagonista y al robo de que fue objeto en 1911, y en el que hasta Pablo Picasso fue sospechoso.
Copia de La Gioconda Museo del Prado. Madrid |
Es
de suponer que esta mujer mientras posaba lo menos que se imaginase fuera que
iba a ser tan famosa, tan estudiada, tan visitada. Una novedad, una imagen
destinada a perdurar, un instante en su vida.
Fuente:
Wikipedia, la enciclopedia libre.
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