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sábado, 18 de noviembre de 2023

Alejandro Calleja Romeralo: El hombre misterioso

 


 

En una noche fría en un campamento del norte de Egipto, Alejandro Magno decidió emprender una expedición con sus soldados. Ellos, desconcertados por la hora de partida, cogieron sus armas.

Un soldado llamado Damián, no quería ir, pero sabía que no se podía negar. Alejandro gritó: ¡Adelante! Y todos los soldados empezaron a caminar en dirección al desierto.

Al entrar en ese arenal, un soldado alertó a Alejandro de una especie de nube gigante, entonces Alejandro decidió dar media vuelta. Damián, estaba agotado, empezó a costarle andar, la armadura le empezó a pesar y los ojos se le empezaron a cerrar. Cayó en la fría y seca arena.

Despertó de un salto, y cuatro hombres con turbantes de un azul oscuro estaban observándole. Asustado, preguntó si tenían agua, ellos  callados, seguían mirándole. Se hizo entender mediante gestos que quería beber. Estos, le dieron agua en una especie de recipiente hecho de piel de cabra.

Damián, agradecido les entregó un collar de plata como muestra de gratitud. Y los hombres de azul le indicaron que se subiese a uno de los camellos, que estaba cargado de alforjas.

Entonces uno de los hombres grito: ¡Haa! Y todos marcharon en dirección a algún lugar desconocido para el pobre Damián.

Después de unas horas, llegaron a lo que parecía un pequeño pueblo de gente de azul. Damián estaba sorprendido por el número de personas que habitaban allí. Un hombre con una especie de turbante gigante, le habló en su idioma y le dijo que ellos eran los tuaregs.

Una vez instalado allí, Damián aprendió sus costumbres y tradiciones y así hasta el final de sus días queda el recuerdo de un hombre misterioso.

 


©Alejandro Calleja Romeralo

15 años  

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