Es un ejemplo admirable de la
sensibilidad del autor para representar lo religioso a través de lo cotidiano.
Este cuadro de estilo barroco enaltece el amor familiar y las labores del hogar. San José se convierte en protagonista principal por el auge que experimenta su culto desde finales del siglo XVI.
Cuida al niño mientras este juega con un perro y un pajarillo. La
Virgen, en cambio, devana lana en un segundo plano. La iluminación tenebrista y
la pincelada aprieta indican su temprana ejecución.
La primera noticia que se
tiene de Bartolomé Esteban Murillo la proporciona su partida de bautismo que
está fechada el día 1 de enero de 1618, según consta en el archivo de la
antigua parroquia de la Magdalena de Sevilla. Fue el último de catorce hermanos.
Adquirido en 1744 por Isabel
de Farnesio lo podemos contemplar en el Museo del Prado de Madrid.
Merece la pena.
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