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martes, 1 de octubre de 2013

Amantes de mis cuentos: El origen de la Tierra

El Planeta Tierra


        Mi profesor es un rollo. Se las da de ser muy guay pero luego te suspende. ¿Para qué necesitamos saber el origen de la tierra si a nosotros lo que nos gusta es darle patadas a un balón?

‒¡Jonathan Fernández! Ponga atención que luego haré preguntas.

‒Sí, profe. Estoy tomando notas.

La Tierra es un planeta de forma redondeada que no llega a ser una esfera perfecta. Gira junto con otros planetas alrededor de una estrella: el Sol. El conjunto de los planetas que giran alrededor del Sol, describiendo curvas casi circulares, constituye el Sistema Solar.

‒Profe, ¿el Sistema Solar es el apellido de los planetas y los satélites, algo así como los Pérez, los García?

‒¡Jonathan Fernández! No interrumpa la clase.

En el espacio existen numerosos sistemas parecidos al Sistema Solar. De la misma manera que los planetas describen órbitas alrededor del Sol, también los satélites giran alrededor de los planetas. La Tierra tiene un satélite: la Luna.

El profesor siguió con su disertación mientras los alumnos se enviaban mensajes por el móvil.

‒¡Jonathan Fernández! Podría aclarar lo que acabo de decir.

‒¿Qué?

‒Le pido que me explique el nacimiento de la Tierra.

‒¡Buah! Hace unos cuatro mil seiscientos millones de años había un gran basurero de rocas que cansadas las de abajo de recibir el peso de las de arriba comenzaron a calentarse. Y las rocas dejaron de ser sólidas para ser líquidas. Con el tiempo la corteza se fue endureciendo...

‒Se dice… solidificando.

‒Eso. Pero el calor las volvía a fundir, hasta que una temperatura más fría que la puñeta permitió una corteza terrestre estable y por otro lado, quedaba mucho líquido que no dejaba de incordiar y entonces por encima de ese suelo comenzó a formarse una capa de gases.

‒¿Entendéis lo que ha dicho vuestro compañero?

‒Sí, profe, es más o menos lo que usted nos ha explicado.

‒Más o menos. Continuemos…

Unos diez minutos más tarde.

‒¡Jonathan Fernández! Haga un resumen de lo dicho.

‒Pero, profe, ¿por qué yo? Ya he hablado antes.

‒Póngase de pie y comente lo que acabo de decir.

‒Vale. La capa líquida, la sólida y los gases comenzaron a coquetear entre sí, lo que les llevó a un comportamiento violento. La líquida buscaba las grietas de la parte sólida para colarse entre ellas, la sólida se dejaba querer aunque explotaba de vez en cuando, mientras, el gas luchaba por encontrar su lugar. Cansados de tanto trabajo los tres se sentaron a descansar. Entonces la parte sólida propuso crear un «Todo» donde vivieran los tres y al que llamarían Planeta Tierra. La parte sólida, tan retorcida ella, pidió llamarse Tierra, igual que el Planeta, la líquida quiso responder al nombre de Agua y el gas eligió algo tan etéreo como Aire, sin darse cuenta que Tierra era un nombre de mujer. Cuando los muy tontos se cayeron del guindo, ya la Tierra había formado una serie de capas concéntricas cada vez más densas, a medida que avanzaba hacia el interior. No podían hacer nada, así que el aire se ocupó de la capa externa y la llamó Atmósfera pero no sé quién la dividió en tres partes llamadas: Troposfera, Estratosfera e Ionosfera.

‒Jaime Aguilera, ¿qué nos puede decir de la troposfera?

‒Que allí el aire está en contacto con la superficie de la tierra y es rico en…

Miró hacia todos los lados...

‒Nitrógeno, oxígeno, anhídrido carbónico, vapor de agua, gases nobles ‒canturreó Laura, desde la primera fila, mirando al profe como si fuera un dios.

‒¡Qué tía más tonta!

Se escucha todo. Se ruega silencio.

‒Bueno, entonces ya sabe lo rica que es la Atmósfera, profe.

‒La troposfera, tío ‒le apuntó Jonathan‒ estás hablando de la troposfera.

Continúe, por favor.

‒La única pega de la troposfera es que aquí el aire no puede estarse quieto. Y cuando se enfada con la Tierra envía vientos, lluvias y nieves.

Jaime se rascó la cabeza y Jonathan en voz muy baja, le recordó:

‒Te falta la estratosfera y la ionosfera.

‒Gracias, tío.

‒La estratosfera está por encima de la troposfera y allí la temperatura es uniforme, estable, equilibrada…

‒¿Podría decirnos algo más de la estratosfera?

‒Mmm… Sí, claro. En ella se encuentra la capa de ozono que absorbe la mayoría de los rayos ultravioletas. Esa con la que los telediarios nos dan el coñazo...

Se quedó en blanco. Un minuto de silencio. Demetrio le dio un puntapié y le pidió que se diera prisa que tenían que ahuecar el ala…

‒¡Jolín!, pues habla tú.

‒¿Qué sucede?

‒Nada profe. Que me falta hablar de la ionosfera donde existe una gran tensión eléctrica y eso que es la zona más alejada de la tierra, la que limita con el espacio. Y ya está.

‒¿Y de las otras capas que nos puede decir?

Jonathan le pasó un papel.

‒¡Ah! sí, ya me acuerdo. La segunda capa del Planeta tierra es la hidrosfera, donde están las aguas superficiales como los mares, ríos y lagos y también las aguas subterráneas.

‒¿Y la tercera?

‒Jooo…

Se lo susurró Demetrio.

‒Te debo una, tío.

‒¿Qué me dice?

‒No. Nada. No era con usted.

‒Continúe, por favor.

‒La tercera es la Tierra y para complicarnos la vida la llaman Geosfera y por si fuera poco, encima la dividen en Litosfera y Barisfera. La primera es la corteza terrestre donde los hombres hacen lo que les sale de las narices y el día menos pensado se la cargan. También es el lecho rocoso de los océanos donde va a parar toda la basura, los tesoros de los barcos hundidos… En cambio la segunda, la barisfera, es el interior de la tierra y de esa no sabemos ni torta.
Se oyó el suspiro del profesor. Y antes de poder emitir un juicio, se pusieron en pie, Jonathan, Demetrio y Jaime.

‒Profe, una preguntita ¿podría decirnos la última alineación del Real Madrid?

‒No. No soy amante del fútbol.

Desde entonces los tres genios de la clase se dedicaron a enseñar al maestro. Un hombre tan culto no podía ser el bufón de sus alumnos por ignorar algo tan grandioso como dar patadas a un balón.

Y en junio el paciente profesor aprobó con un ¡Goooooool!






© Marieta Alonso Más

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