domingo, 29 de octubre de 2017

De tertulia con... El cuchillo, el tenedor y la cuchara


El cuchillo
Cuchillo finés para filetear pescado.
Empuñadura de madera e incrustación de diamantes

Desde el principio de los tiempos el cuchillo fue uno de los más importantes útiles creados por el hombre, cuando tuvieron que encontrar la forma de cazar, despiezar, defenderse, protegerse durante ese largo caminar llamado «la evolución humana».

Con más de siete mil años de antigüedad, allá por el Paleolítico, se fabricaron con trozos de sílex. Algo tan sencillo como una simple lasca, una hoja afilada, les servía para cortar, para pinchar. Al llegar los metales se hicieron de cobre, hierro... La cultura de Hallstatt produjo cuchillos de hierro con empuñadura de bronce que se comercializaron por toda Europa.

En el mundo grecolatino, tanto patricios como plebeyos, comían con los dedos, por supuesto con diferencias, mientras el plebeyo se llevaba la comida a la boca con los cinco dedos, el patricio lo hacía utilizado solo tres (corazón, pulgar e índice). Tenían prohibido mancharse el meñique y el anular por ser de muy mala educación.

De esta práctica viene la costumbre de lavarse las manos antes de comer, ya que se recomendaba hacerlo y luego no tocarse las orejas, la nariz o los ojos durante las comidas.

Después de la Revolución francesa, se consideró en toda Europa que comer con los dedos era una grosería que no podía permitirse.        

El cuchillo se fue abriendo paso hasta llegar a la mesa, en la época clásica de Grecia. Roma no se quedó atrás e hizo cuchillos de todas clases, hasta con mangos de oro e incrustaciones de piedras preciosas. Algunos, como las navajas actuales, disponían de un eje para girar la hoja y encajarla en una ranura del mango.

Había cuchillos para todo: de zapatero, de herrero, para cortar el queso, la fruta, el pescado, la carne y hasta para cortarse las uñas. Se convirtió en objeto de regalo para los recién casados.

Hasta el siglo XVIII el cuchillo fue considerado como un artículo de lujo.

En la actualidad, en muchos países, está prohibido llevarlos en la vía pública. De hecho Felipe V prohibió en el siglo XVIII el uso de puñales y cuchillos. El Consejo de Castilla prohibió la fabricación de armas blancas. Durante el reinado de Carlos III se condenaba con dos años de prisión la primera vez que se usase un arma de filo y con seis años a los reincidentes. El Rey Sol en Francia también prohibió su tenencia.

La cuchara
Cuchara de metal

Nace con la vida sedentaria y con la función de poder tomar ciertos alimentos que son imposibles de pinchar. Antes para los líquidos como las sopas, purés, cremas, gachas… se llevaban la escudilla a la boca. Se han encontrado cucharas en yacimientos neolíticos y al parecer fueron los egipcios quienes generalizaron su uso.

Los griegos de la clase alta las utilizaban de oro, plata y marfil, en cambio, el pueblo llano las utilizaba de bronce, madera. Los romanos tan prácticos como siempre, dieron a la cuchara un uso adicional al fabricarlas con mangos puntiagudos que funcionaban como primitivos tenedores. La cuchara medieval era de hueso o de estaño, sin que faltaran las de plata y oro.

Durante el siglo XV se pusieron de moda las cucharas del «Apóstol», con la figura del santo patrón de la persona que la utilizaba, y no tardó en ser un regalo ideal para los recién nacidos.

En época de Cervantes se hablaba de cuchara o “cuchar”, etimología que nos remite a la voz latina cochlear, que recordaba el uso que tuvieron las conchas de mar, utilizadas como cucharas. Entre las gentes del campo era frecuente hacerlas de pan y con ellas comían los potajes. Terminada la comida se comían la cuchara.

El tenedor

Tenedor de metal

Es en la Edad Media cuando aparece con seguridad el tenedor como utensilio empleado en la mesa, allá por el siglo XI en Toscana, en la península itálica. Los primeros solo tenían dos púas.

En el inventario de Eduardo I de Inglaterra de 1307 se enumeran siete tenedores, junto a miles de cuchillos y cientos de cucharas. En 1380, entre los bienes de Carlos V El Sabio de Francia, aparecen doce tenedores. En España, Felipe III, en el siglo XVII fue un gran valedor de este objeto de la cubertería al que llamaban horquilla, bidente, tridente, cuadrigilo, según fuera su número de púas.

El primer manual de etiqueta cortesana lo escribió don Enrique de Villena, en el siglo XV: El arte de cortar del cuchillo o Arte cisoria. En él dibujó lo que podemos asegurar es nuestra más antigua muestra gráfica, de lo que llamamos: tenedor.


El concepto de cubertería surge, cuando tras el cuchillo, aparece la cuchara y por último el tenedor. Esos instrumentos se hicieron poco a poco imprescindibles, gracias al ingenio de nuestros antepasados. Hoy nos parece normal verlos sobre la mesa. Sin embargo, esta costumbre es reciente, hace solo doscientos años el invitado tenía que llevar consigo sus propios cubiertos. 

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