Matera recibe al visitante en
la Plaza Vittorio Veneto en la parte moderna de la ciudad. En esta plaza vemos
el Palombaro, un sistema de almacenamiento de agua de lluvia. En 1846 se
construyó una inmensa cisterna en esta plaza. Desde la parte más alta del Sasso
Barisano se desviaba el agua por conductos y se canalizaba en pozos, donde los
habitantes de Matera sacaban las cantidades necesarias para la rutina diaria. La
cisterna de Palombaro fue descubierta por casualidad en los años 90, tiene
dieciocho metros de profundidad, cincuenta metros de largo y una capacidad de
cinco millones de litros.
Se piensa que esta región ha
estado habitada desde el Paleolítico y que fue fundada por los romanos en el
siglo III a.C., más tarde la conquistaron los lombardos y se convirtió en parte
del Ducado de Benevento. Durante los siglos VII y VIII estuvieron en las grutas
los benedictinos y los ortodoxos griegos. Los siglos IX y X se caracterizaron
por luchas entre sarracenos, bizantinos, emperadores alemanes, normandos. En el
siglo XV se convirtió en posesión aragonesa, más tarde en el siglo XVII fue de
los Orsini. Y así fueron pasando los años.
En su casco antiguo las casas
están excavadas en esa roca caliza, también llamada toba calcárea, piedra
tosca, travertino, que junto con las iglesias rupestres fueron declarados Patrimonio
de la Humanidad en 1993. Su fama radica
en los «Sassi» que significa «Piedras». Son asentamientos trogloditas, prehistóricos,
de hace unos nueve mil años y pudiera ser uno de los primeros asentamientos
humanos en Italia. Muchas de esas casas son cavernas y algunas calles son los
tejados de otras casas. Creció en altura en una ladera del barranco. Una
maravilla.
Hasta finales de los años
ochenta, esta zona estaba considerada como muy pobre, pero gracias al turismo y
al gran parecido de la parte externa de los sassi con los antiguos lugares de
Jerusalén y sus alrededores, ha atraído la atención de directores de cine entre
ellos Pier Paolo Pasolini que filmó allí «El Evangelio según San Mateo». No
solo esa, también muchas otras más.
Merece la pena visitar Matera.
Por todo. Por su catedral, sus iglesias, las cisternas, el Castillo...