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domingo, 30 de julio de 2017

Veinticinco aniversario de los Juegos de la XXV Olímpiada

Días mágicos. El cinco de junio en Olimpia, Grecia, se enciende la antorcha del fuego olímpico que fue llevado a Atenas por relevos. El nueve embarca en el puerto de El Pireo en la fragata «Cataluña» de la armada española. El trece, día de San Antonio, llega a Ampurias, desde donde emprende su recorrido por todo el territorio español. El veinticuatro, día de San Juan, en la noche hace su entrada triunfal en la ciudad condal. Al día siguiente veinticinco de junio, día de Santiago Apóstol, patrón de España, llega puntual al Estadio, donde el rey Juan Carlos I declara inaugurados los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
Durante la ceremonia inicial se representó la escena mitológica de Hércules separando los continentes de Europa y África y creando el mar Mediterráneo, así como el nacimiento de la ciudad anfitriona.
El mundo artístico se hizo presente con imágenes de la arquitectura de Antoni Gaudí, cuadros de Salvador Dalí, Joan Miró, Diego Velázquez, Francisco de Goya, las actuaciones de la soprano Monserrat Caballé, la mezzo Teresa Berganza, las sopranos Victoria de los Ángeles y Ana Vila, los tenores José Carreras, Plácido Domingo, Jaume Aragall, Alfredo Kraus, el barítono Joan Pons, la bailaora flamenca Cristina Hoyos, entre muchos otros…
Aún hoy, veinticinco años después, emociona oír a la soprano Montserrat Caballé y a Freddie Mercury -ya fallecido- cantar «Barcelona». La canción fue grabada en 1988.
El piragüista Herminio Menéndez entró en el estadio olímpico con la antorcha y la cedió a Juan Antonio San Epifanio «Epi» el último relevista. La llama pasó de la antorcha a la flecha y con un repique de tambores, los famosos tambores del Bajo Aragón, fue lanzada por el arquero paralímpico Antonio Rebollo encendiendo el pebetero al pasar por encima del mismo.


Grandes momentos cuando:
Desfiló el equipo español con su abanderado, el entonces Príncipe de Asturias, hoy rey Felipe VI, en el estadio de Montjuic. 
En natación Martín López Zubero gana los doscientos metros espalda, siendo la primera medalla de oro en la historia de la natación española.
La húngara Krisztina Egerszegi gana medallas de oro en los 100 metros espalda, 200 metros espalda y 400 metros cuatro estilos.
El corredor mediofondista en los 1500 metros, Fermín Cacho Ruiz, se llevó la victoria al unísono de un público que gritaba su nombre.
Desde Etiopía, Derartu Tulu, en la final de los 10.000 metros se convirtió en la primera atleta de África en ganar una medalla olímpica. Elana Meyer, de Sudáfrica, quedó en segundo lugar. Juntas simbolizaron la esperanza de una nueva África.
Kevin Young, estadounidense, batió el record mundial de los 400 metros vallas, convirtiéndose en el primer hombre en romper la barrera de los cuarenta y siete segundos.
Gail Devers, estadounidense, tras una grave enfermedad en la que había estado más de dos años en una silla de ruedas, ganó la carrera de los 100 metros lisos.
Y muchos más…
España logró trece medallas de oro. Todo un triunfo.
En la ceremonia de clausura, Juan Antonio Samarach, el que fuera presidente del Comité Olímpico Internacional, declaró que habían sido los mejores Juegos Olímpicos de la Historia. Los medios de comunicaciones internacionales y atletas de todos los países estuvieron de acuerdo. La modélica organización, la ausencia de incidentes, el trabajo de los voluntarios, las instalaciones, el apoyo popular hicieron de estos juegos, un evento inolvidable.
Lluís Claret, violonchelista y la soprano Victoria de los Ángeles interpretaron una antigua canción popular catalana «El canto de los pájaros», dirigida por Luis Antonio García Navarro, director de la Orquesta Sinfónica de Barcelona.

En medio de una lluvia de fuegos artificiales, «Cobi» nuestra mascota, desapareció navegando por el aire en un barco de papel.
Y de todo ello hace veinticinco años.





sábado, 7 de mayo de 2016

Mª Isabel Martínez Cemillán: Los Juegos Olímpicos y el Barón de Coubertin

Los anillos olímpicos son el principal símbolo de los Juegos Olímpicos modernos,
uno de los emblemas más reconocidos en el mundo y un símbolo de la paz.


Hace apenas unos días, desde la ciudad de Olimpia, emprendió la Antorcha Olímpica su largo recorrido, miles de kilómetros, hasta Rio de Janeiro, donde encenderá la llama de la XXXI Olimpiada, del 5 al 21 de agosto de 2016, la primera que se celebrará en América del Sur, con la participación de diez mil quinientos atletas de, prácticamente, todo el universo, e inauguración y clausura en el Estadio de Maracaná, uno de los más  grandes del mundo.

Los Juegos Olímpicos que se celebran cada cuatro años, se iniciaron en 1896, gracias al interés y desvelo de Pierre Fredy, barón de Coubertin, que  nace en Paris en 1873, pedagogo y gran aficionado al deporte aunque, curiosamente, nunca practicó ninguno, cuando con ocasión de un viaje por Grecia conoce la historia de los antiguos juegos celebrados en Olimpia en honor de Zeus y que continuaron durante un milenio cada cuatro años estableciendo una tregua, “La paz sagrada” en cualquier conflicto bélico y otorgando al vencedor honores, oro y  corona de laurel como premio, le seduce la idea de volver a celebrarlos, pensando que aportaría gran beneficio en los jóvenes, “mens sana in corpore sano”, y conocimiento e intercambio entre diversos países.

Aprovechando el Congreso del Deporte que se celebraba en Paris en 1894 con la participación de veinticinco países expone su idea: “resucitar los antiguos Juegos con un aspecto moderno pero ajustado a la clásica antigüedad y con un mensaje, lo importante es participar”, con tal vehemencia  y convencimiento que consigue el aplauso del Congreso y, de inmediato, no fueran a arrepentirse, funda el Comité Olímpico Internacional (COI) y, casi a la carrera, la organización de los primeros Juegos en Atenas en 1896, con la participación de 285 atletas en 13 disciplinas deportivas.

Previamente y mediante suscripción popular y la generosa aportación de un “mecenas” griego, en el mismo lugar donde Licurgo lo edificara en el año 350 a. C., se levanta un suntuoso estadio de mármol y diversos recintos olímpicos y con toda  solemnidad, presididos por el rey de Grecia, el domingo de Resurrección de 1896 se inauguran los  Juegos Olímpicos de la Modernidad que, salvo en 1916 y 1940-44, a causa de las guerras mundiales se han venido celebrando.

El éxito fue total, Coubertin decidió que se celebraran en diversas ciudades que los solicitaran, ajustándose a diversos requisitos, comenzando así las “Ruedas de países olímpicos” y como agradecimiento a sus desvelos, los siguientes Juegos en 1900 fueron en Paris, estableciendo el propio Coubertin  todo el colorista ceremonial de inauguración, encabezado siempre por Grecia, por riguroso orden alfabético y con el país anfitrión como final. Una vez finalizados, el presidente del COI, invita a todos los países a participar en los próximos, se arría la bandera Olímpica y se entrega al alcalde de la ciudad para que la custodie… hasta dentro de 4 años.

Barón Pierre de Coubertin
El inteligente y eficaz barón de Coubertin fue director honorario del COI hasta su muerte acaecida en Ginebra en 1937 participando con el mismo entusiasmo en todas las Olimpiadas, pero, desgraciadamente, fue desapareciendo el sentido con el que las había proyectado, total honestidad, ética y fraternidad a través el deporte. A partir de los años 60 entró en juego la política que, como es habitual, manchó sus ideales, porque  para algunos, ¿todos? Los países lo importante no es participar sino ganar a toda costa aunque ello suponga alterar la coexistencia pacífica. Afortunadamente Coubertin no lo conoció y murió satisfecho.


Pues he reeditado en mi ordenador nuestros Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 y me emociona ver en el desfile inaugural al rey Felipe, entonces príncipe, enarbolando la bandera de España, y, cuando pasa delante de su familia, el aplauso entusiasmado y orgulloso de su madre la reina Sofía.  

domingo, 14 de junio de 2015

Tai Chi, energía en equilibrio


Surge en China y cuenta la leyenda que hace cientos de años, un monje taoísta vio pelear a una grulla y a una serpiente y por más que la grulla intentaba clavar su pico en la esquiva serpiente no lo consiguió. De la observación de los movimientos de la serpiente nacería el Tai-Chi-Chúan.



Quien practica Tai Chi debe moverse y respirar de manera natural, relajada, suelta y fluida, es el mejor ejercicio para fortalecer las extremidades inferiores, las superiores, los músculos de la base de la espalda, el abdomen e incrementar la fuerza, el equilibrio y la resistencia.


Mejora la calidad de vida gracias a la meditación y a los ejercicios físicos.


Hoy, 14 de junio de 2015, como todos los años por estas fechas, se han celebrado los Juegos Deportivos Municipales en el Polideportivo Daoiz y Velarde, Zona Retiro.




Y gracias a la profesora Ana María Puyet, este grupo de alumnos nos ha deleitado con las exhibiciones: El abanico, los diez movimientos y el sable.












 Conecta el cuerpo, la mente y el espíritu.