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viernes, 21 de junio de 2024

Pedro: El primero entre los doce apóstoles

 



Un individuo robusto, de espaldas anchas, cejas espesas, barba cerrada, expresión enérgica, más inclinado a la acción que a la reflexión. Profesa una honda lealtad al Señor, pero nos resulta más entrañable por sus debilidades humanas.

Es soberbio, poco fiable y tan impetuoso como las aguas del Mar de Galilea, a orillas del cual nació. Una y otra vez, el primer discípulo tropieza y su maestro lo sostiene. La barca que usaba Jesús para predicar en Cafarnaúm pertenecía a Pedro.

Cuando Jesús le manda remar mar adentro y echar las redes, replica:

−Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y sin pescar nada.

−Obedece, Pedro –le ruega Jesús. Y las redes se llenan de peces.

En otra ocasión, los discípulos ven a Jesús caminando sobre las olas en una noche tormentosa, Pedro le pide una señal y Él le dice: Ven.

Pedro salta de la agitada barca y da unos pasos sobre el agua, pero se asusta y empieza a hundirse.

−Hombre de poca fe –le reprende Jesús tendiéndole la mano− ¿por qué dudaste?

Cuando Jesús lava los pies a sus discípulos, todos se someten a este acto simbólico, todos, menos Pedro. Jesús le dice que su negativa le privará de la Salvación, entonces él exclama:

−¡Señor, no solo los pies, también las manos y la cabeza!

Tras la detención de Jesús, las desventuras de Pedro llegan al colmo cuando en el atrio del palacio del sumo sacerdote, varias personas le reconocen como discípulo de Jesús.

El niega tres veces a su Maestro. Canta un gallo.

Se ha cumplido la predicción de Jesús: En verdad te digo que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.  Pedro lloró amargamente.

La pequeña iglesia de San Pedro Gallicanti en Jerusalén, conmemora este episodio de debilidad humana.  

Jesús se va. Pero antes, nombra a Pedro su vicario: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos… y lo que desates en la Tierra quedará desatado en el cielo».

A partir de ese momento se convierte en «pescador de hombres». En Cesarea, la capital provincial romana, Pedro acoge al centurión Cornelio en la nueva fe. No es de extrañar que su labor llamara la atención de Herodes Agripa que lo encarcela.

Hay una escena del Nuevo Testamento, en un fresco de Rafael, hoy en los Museos Vaticanos que representa «La liberación de San Pedro». Se relata en tres escenas distintas: en el centro el ángel despierta al santo y rompe sus cadenas, a la derecha ambos escapan mientras los soldados están dormidos, y en la izquierda los soldados despiertos les persiguen. 

Después de estos hechos, Pedro se encuentra con Pablo en Antioquía, ciudad donde los seguidores de Jesús fueron llamados cristianos por vez primera.

Según una tradición Pedro fue el primer obispo de Roma y durante la persecución instigada por Nerón en el año 64, murió ejecutado en el circo del emperador, en la colina Vaticana.

Cabe la posibilidad de que algún día nos encontremos cara a cara con Pedro y entonces: pregunte nuestro nombre, haga cascabelear sus llaves, busque en el enorme libro para ver si puede dejarnos entrar, mueva la cabeza dubitativamente y diga:


¡Anda, entra, que yo también fui hombre!




sábado, 15 de agosto de 2020

Pablo de Tarso: Primera epístola a los corintios







Si yo hablase las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Y si tuviese el don de profetizar, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, como para mover montañas, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente y bondadoso; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca sus propios intereses, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca falla; las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es incompleto acabará. 
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Ahora vemos imágenes borrosas por un espejo; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré con exactitud.
Sin embargo, quedarán la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

  
1 Corintios 13,4-7


Se trata de una carta escrita por Pablo de Tarso, el «Apóstol de los gentiles» a la comunidad cristiana de Corinto, desde Éfeso, sobre el año 54 d.C.
Es uno de los capítulos más populares de la biblia a causa del ardiente alegato que hace del amor como fuerza fundamental del cristianismo. Lectura de referencia en la celebración del matrimonio cristiano.
Pablo nació entre el año 5 y el año 10 en Tarso, actual Turquía, por entonces capital de la provincia romana de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor.



viernes, 31 de julio de 2020

Agustín de Hipona: «Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos».









Máximo pensador del cristianismo del primer milenio, es junto con san Jerónimo, san Gregorio y san Ambrosio, uno de los cuatro Padres de la iglesia latina.  Nació en Tagaste una localidad cercana a Cartago, y murió en Hipona el 28 de agosto de 430 durante el sitio al que los vándalos de Genserico sometieron la ciudad. Su cuerpo fue trasladado hacia 725, a Pavía, a la basílica de San Pedro en techo de oro, donde reposa hoy.

Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas. En su búsqueda incansable de respuesta al problema de la verdad, Agustín pasó de una escuela filosófica a otra sin que encontrara en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes, hasta que el obispo Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la fe. La lectura de los textos de san Pablo fue clave en su conversión.

Se anticipa a Descartes al sostener que la mente, mientras duda, es consciente de sí misma: si me engaño, existo.

Expresa de manera paradójica la perplejidad que le genera la noción de tiempo: «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Sí debo explicarlo ya no lo sé». "Mido el tiempo, lo sé; pero ni mido el futuro, que aún no es; ni mido el presente, que no se extiende por ningún espacio; ni mido el pretérito, que ya no existe. ¿Qué es, pues, lo que mido?”. (Confesiones, XI, XXVI, 33)

La ciudad de Dios es una obra teológica pero también de profunda filosofía. Desde la creación coexisten la «ciudad terrenal», volcada hacia el egoísmo; y la «ciudad de Dios», volcada en el amor a Dios y la práctica de las virtudes, en especial, la caridad y la justicia.  

Le interesaba especialmente el problema del mal atribuido a Epicuro, quien había afirmado: «Si Dios puede, sabe y quiere acabar con el mal, ¿por qué existe el mal?». Este hecho fundamental se convierte en un argumento contra la existencia de Dios, todavía usado por ateos y críticos de las religiones. Agustín dio varias respuestas a esta cuestión en base al libre albedrío y la naturaleza de Dios:

Dios creó todo bueno. El mal no es una entidad positiva, luego no puede «ser», como afirman los maniqueos. Para Agustín, el mal es la ausencia o deficiencia de bien y no una realidad en sí misma. Toma esta idea de Platón y sus seguidores, donde el mal no es una entidad, sino ignorancia.

Argumenta que los seres humanos son entidades racionales. La racionalidad consiste en la capacidad de evaluar opciones por medio del razonamiento y, por consiguiente, Dios les tuvo que dar libertad por naturaleza, lo que incluye poder elegir entre bien y mal. Esto se le conoce como la defensa del libre albedrío. Sugiere que observemos el mundo como algo bello. Aunque el mal exista, este contribuye a un bien general mayor que la ausencia del mismo, así como las disonancias musicales pueden hacer más hermosa una melodía. ​

Para san Agustín el amor es una perla preciosa que, si no se posee, de nada sirven el resto de las cosas, y si se posee, sobra todo lo demás.

«Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Exista dentro de ti la raíz de la caridad; de dicha raíz, no puede brotar sino el bien».​

Como para otros Padres de la Iglesia, para Agustín de Hipona la ética social implica la condena de la injusticia de las riquezas y el imperativo de la solidaridad con los desfavorecidos. San Agustín era insistente en la idea de justicia. 

Defendió asimismo el bien de la paz y procuró promoverla. Acabar con la guerra mediante la palabra y buscar o mantener la paz con la paz y no con la guerra es un título de gloria mayor que matar a los hombres con la espada.

En Sobre la mentira, clasificó las mentiras como dañosa o jocosa, y distingue al mentiroso, quien disfruta con la mentira; del embustero el que lo hace en ocasiones sin querer o para agradar. Al igual que Kant, no considera lícito mentir para salvar la vida de una persona. ​

Tumba de san Agustín en Pavía

La muerte no es el final


La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado. Yo soy yo, vosotros sois vosotros. Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo. Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.

No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.

La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista? Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino. ¿Veis? Todo está bien.

No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.

Agustín de Hipona


(Cuarta carta, en la que escribe a su hermano Sapidas, que a pesar de que ha muerto todavía está allí…)


martes, 13 de junio de 2017

San Antonio de Padua: 13 de junio

Feliz día de San Antonio


Felicidades a todos los que llevan su nombre



San Antonio de Padua
El Greco, 1580
Museo de l Prado
San Antonio de Padua, nacido en Lisboa (Portugal), es uno de los santos más populares de la cristiandad. Sus atributos son la vara de azucenas (símbolo de pureza), libro y Niño Jesús.

Su familia le puso Fernando. La fecha de nacimiento no es precisa, se estima entre 1191 y 1195. A los quince años tomó el hábito de los canónigos regulares de San Agustín, allí estudió teología. Le trasladan a Coimbra y entra en contacto con los hermanos franciscanos, decidiendo en 1221, tomar los nuevos hábitos de la Orden de San Francisco y cambiar su nombre por el de Antonio. Partió para Marruecos pero tuvo que regresar aquejado de una grave enfermedad. Una tormenta desvió el barco y fue a carenar a Sicilia, allí tuvo noticias de la celebración de un capítulo general de la Orden en Asís a la que asistiría el propio san Francisco, el más multitudinario de los llamados Capítulos de las esteras. Recibió las órdenes del sacerdocio, ejerciendo su ministerio en varias ciudades de Francia e Italia. Pronto se divulgó la calidad de sus sermones. El mismo Francisco le encargó luchar contra la propagación de la herejía cátara en Francia. Sus mensajes eran en contra de los vicios sociales de su tiempo, en especial la avaricia y la práctica de la usura.

Basílica de San Antonio de Padua
Alberga el sepulcro con sus restos mortales
En la localidad de Camposampiero vivió en una celda construida por él mismo bajo las ramas de un nogal. A su regreso a Padua se detuvo en el convento de las clarisas pobres en Arcella, donde murió en 1231, un 13 de junio. Sus restos mortales se encuentran en la Basílica de Padua. Fue proclamado santo por Gregorio IX y es Doctor de la Iglesia.

Visión de San Antonio de Padua. Antonio Viladomat y Manalt, 1720
Biblioteca Museo Víctor Balaguer 
Se le atribuyen numerosos milagros y episodios de carácter místico, como ser entendido y comprendido por los peces, o aquel día en que estando orando se le apareció el Niño Jesús, o aquel que estando predicando en Tolosa sobre la eucaristía, un hereje le dijo que necesitaba un milagro para quedar convencido. Después de dejar a su mula sin comer durante tres días, se le ofreció una cebadera bien provista de trigo y una hostia consagrada. El animal se arrodilló ante la hostia y no comió hasta que la retiraron de su vista; otros milagros han sido el de darle el don de la palabra a un recién nacido; la comida envenenada; el joven resucitado, el corazón del avaro, la recuperación de un pie amputado, y muchos más, lo que ha dado motivo para llamarle «El santo más milagroso»

San Antonio predicando a los peces.
Obra de José Benlliure

Aunque acuden a él para pedirle novio o novia, o para encontrar objetos perdidos, la mayor devoción a San Antonio, es por la práctica antoniana tan extendida de «El Pan de los Pobres».

Se cuenta que una vez repartió a los pobres todo el pan que había en el convento sin conocimiento del fraile panadero, que acudió a él para comentarle que los frailes no tenían pan. San Antonio le pide que regrese y verifique, así lo hace y se encuentra que las cestas antes vacías se hallaban llenas; otra vez un niño cayó a un pozo, le rescataron cadáver, su madre rogó a san Antonio, ya muerto, que devolviera la vida a su hijo prometiendo para los pobres tanto peso de trigo como pesaba el niño. El milagro se obró y su madre cumplió la promesa. Luisa Bouffier, mujer piadosa y devota de San Antonio, colocó en su pequeño comercio una imagen de San Antonio y un cepillo en el que depositaban los devotos sus limosnas. Con ellas, Luisa, atendía las necesidades de los pobres del lugar. A la puerta de los conventos franciscanos, al menos una vez a la semana, se reparte «El pan de los pobres», llamando y socorriendo a aquellos que no tienen nada que llevarse a la boca.

Ese es el verdadero San Antonio.


El que alimenta a los más desfavorecidos.

Vista cenital de la Bóveda de San Antonio de la Florida en Madrid
Obra pictórica de Francisco de Goya y Lucientes
(seis metros de diámetro)

domingo, 15 de enero de 2017

Teresa de Calcuta (Skopie, Macedonia, 1910 - Calcuta, India, 1997)


Estatua de Santa Teresa de Calcuta.
Catedral de Alcalá de Henares. España







Oración










Si las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas: Ámalas de todos modos.

Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas: Haz el bien de todos modos.

Si tienes éxito y te ganas falsos amigos y enemigos verdaderos: Lucha de todos modos.

El bien que hagas hoy será olvidado mañana: 
Haz el bien de todos modos.

La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerables: 
Sé sincero y franco de todos modos.

Lo que has tardado años en construir puede ser destruido en una noche: 
Vuelve a construirlo de todos modos.

Alguien que necesita ayuda de verdad te puede atrasar si le ayudas: 
Ayúdale de todos modos.

Da al mundo lo mejor que tienes y te golpearán a pesar de ello. Dios conoce nuestras debilidades y nos ama de todos modos.


El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz.



Madre Teresa 

jueves, 29 de septiembre de 2016

Personajes bíblicos: María de Magdala


Noli me tangere
Antonio Allegri da Correggio
Museo del Prado. Madrid






María Magdalena figura en los cuatro Evangelios como testigo de la crucifixión, sepultura y resurrección del Nazareno.

Su nombre hace referencia a su lugar de procedencia y fue curada de “malos espíritus y enfermedades”.

La tradición cristiana identificó durante mucho tiempo a María Magdalena con la “pecadora de la ciudad” (Lc 7:37) que se presentó ante Jesús durante una cena en casa de un fariseo, le mojó los pies con sus lágrimas y luego se los secó con los cabellos. Es otra. Dado que María Magdalena ayudaba a Jesús y a sus apóstoles con sus bienes y era amiga de la esposa del administrador de Antipas, cabe suponer que era de clase acomodada y no tenía necesidad de prostituirse.

Las mujeres del Evangelio −María Magdalena, Marta, María de Betania, Juana, Susana y Salomé− sirvieron a Jesús con gran lealtad. El relato de la muerte de Jesús nos indica que fue traicionado, abandonado y negado por casi todos sus seguidores varones; solo Juan, y las mujeres permanecieron con él hasta el final.

La versión más prolija de la aparición de Jesús a María Magdalena es contada por San Juan. Tras decírselo a Pedro y al discípulo amado se quedó llorando en la entrada de la tumba. Dos ángeles se le aparecieron y al mirar hacia atrás vio a Jesús, que la llamó por su nombre y lo reconoció por la voz, tal como en la historia del buen pastor.   

Según la tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol Juan. Murió allí.


El 10 de junio de 2016 se ha publicado un decreto por el cual se eleva la memoria de Santa María Magdalena al grado de fiesta en el Calendario Romano General, por expreso deseo del papa Francisco. 

La aparición de Jesús resucitado a María Magdalena
visto por Tiziano



sábado, 25 de abril de 2015

Alexandre de Rhodes (Aviñón, 1591 – Isfahán, 1660)

Alexandre de Rhodes




Este religioso francés en 1612 ingresó en la Compañía de Jesús en Roma. En su afán por seguir los pasos de San Francisco Javier fue misionero en Goa, la India, Macao, China, Japón. Llega en 1615 a Hanoi (Vietnam).

Escribió muchos libros sobre Vietnam pero su obra más importante fue el desarrollo del alfabeto vietnamita conocido popularmente como Quóc Ngü o escritura nacional, que hoy se utiliza, basado en el alfabeto latino con fonética portuguesa y muchos acentos diacríticos, de veinticuatro letras.

Alexandre de Rhodes se apoyó para ello en el trabajo previo de los misioneros portugueses Gaspar de Amaral y Antonio de Barbosa. Esta escritura se popularizó con la ocupación francesa del siglo XIX y en el siglo XX prácticamente todos los escritos se hacían en quóc ngü.
Vietnam

Con anterioridad el idioma vietnamita se escribía con cuarenta mil caracteres chinos, lo que hacía muy difícil su aprendizaje. Solo las clases más pudientes tenían acceso a la alfabetización.

El vietnamita es hablado por sesenta y cinco millones de personas. Tiene cuatro o cinco veces más hablantes que el camboyano, el segundo idioma austroasiático más hablado. Los lingüistas lo consideran una lengua tonal y como muchas lenguas del sureste asiático, el vietnamita es una lengua analítica. No usa la morfología para indicar, caso, género, número o tiempo como la mayoría de las lenguas europeas.

Algunas etnias tienen su propio dialecto. El francés es hablado como segunda lengua. El inglés se usa para el comercio y en la industria turística.

Alexandre de Rhodes, también desarrolló el primer diccionario portugués-latín-vietnamita.

En 1655 fue enviado a Persia donde permaneció hasta su muerte.


viernes, 27 de marzo de 2015

Personajes Bíblicos: Rut

Rut




Bisabuela del rey David. 

Rut o Ruth tienen el mismo origen etimológico. Su significado es el de -compañera fiel-

Rut y Noemí celebran su santo el día cuatro de junio.

Su historia fue transmitida oralmente durante generaciones. Ocurrió en tiempo de los jueces (Rut 1:1). Luego fue narrada en el libro que lleva su nombre. Se trata de una viuda pobre que con el tiempo vuelve a casarse y procrea una familia de reyes. El libro consta de cuatro capítulos y es una de las obras maestras de la Literatura hebrea.

Una hambruna desatada en Judá obligó a Elimelec a emigrar en busca de comida; con él iban su esposa Noemí y sus hijos: Majalón y Quelyón. Se establecieron en Moab, región situada al este del mar Muerto.

El primero de los hijos se casó con Rut y el segundo con Orfa. En el transcurso de diez años murió el padre y luego los hijos que no dejaron descendencia. En una sociedad como la judía, la mujer que no tenía padre, marido o un hijo varón que velara por ella no tenía casi derechos.

Noemí decidió regresar a Belén esperando que algunos de sus parientes cuidaran de ella. Así que instó a Rut y Orfa a volver con sus padres. Al principio ellas se negaron a dejarla sola pero como Noemí insistió, Orfa aceptó y se despidió de su suegra, llorando. Rut, en cambio, declaró que no la abandonaría nunca: Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. (Rut 1:16).

Cuando las dos mujeres llegaron a Belén el pueblo recibió con simpatía a Noemí y sin duda también a Rut, puesto que la muestra de lealtad a la anciana debió de parecerles admirable.

Nadie se hizo cargo de ellas, sin embargo, la Ley mosaica les daba el derecho de recoger lo que los segadores dejaran en los campos de cultivo.
Rut en los campos de Booz.

Acababa de comenzar la cosecha de la cebada, así que Rut se puso a espigar detrás de los segadores. Tuvo la suerte de elegir el campo de Booz que había oído hablar de su nobleza y quiso ayudarla; incluso ordenó a sus segadores que dejaran caer algunas espigas de sus manojos para que ella las recogiera. Cuando Rut regresó llevando consigo unos cuarenta y cinco kilos de cebada y le contó lo que había sucedido, la anciana Noemí se alegró. Booz no era solo un vecino generoso, sino que era un pariente. (Rut 2:20). La Ley obligaba a un hombre a casarse con la viuda de su hermano para que los hijos de esa unión llevaran el nombre de la familia del difunto y pudieran heredar sus bienes; además, dicho deber se extendía a otros parientes en caso de no haber hermanos.

Intuyendo que Booz se interesaba en su nuera, Noemí aconsejó a Rut que actuara sin demora; entonces la joven se lavó, se puso sus mejores vestidos y bajó a la era de Booz, donde él y sus hombres estaban desgranando la cebada.

No te dejes ver de él hasta que haya terminado de comer y beber, le dijo Noemí. Cuando se haya acostado, fíjate bien dónde duerme, vas luego, destapas sus pies y te acuestas; él te indicará lo que debes hacer. (Rut 3:3-4).

Cuando Booz despertó a medianoche oyó decir a Rut “Extiende tu manto sobre mí, porque tienes el derecho de levirato (Rut 3:9). Booz se mostró compasivo; le aseguró que haría lo que ella le pidiera y la dejó dormir a sus pies el resto de la noche, aunque la hizo marcharse antes del amanecer para que nadie supiera que había pernoctado allí. También le dijo que él no era el familiar más cercano y que solo podrían casarse si el otro pariente rehusaba hacerlo; ese hombre, cuyo nombre no se conoce, tenía prioridad sobre la viuda, pero renunció a su derecho.

Se casaron y tuvieron un hijo Obed, que habría de ser el padre de Isaí y abuelo de David.

En la escena final del libro. Noemí aparece con su nieto en el regazo mientras las mujeres del pueblo elogian a Rut por dar más amor a su suegra del que le darían siete hijos, número que simbolizaba la perfección.

Mil años después, en Belén, nació un descendiente de Obed, Jesús, cuya genealogía incluye a Rut y otras tres mujeres.

No se sabe a ciencia cierta quien fue el autor del libro de Rut. Se cree que fue compilado entre los siglos X y VIII a.C., para tener información sobre el linaje del rey David.

Hoy los judíos honran el recuerdo de Rut leyendo su historia durante la Fiesta de las Semanas, que se celebra cada año marcando el final del período de la siega de granos.  







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martes, 27 de enero de 2015

La doncella de Orleáns: Juana de Arco (Domrémy, 1412 – Rouen, 1431)

 
La doncella de Orleáns: Santa Juana de Arco




Nadie como Juana de Arco desafió de forma tan drástica las tradiciones del mundo de las mujeres campesinas de la Europa del siglo XV. Desobedeció a sus padres e importunó a sus superiores para que la dejaran actuar al margen de los cometidos femeninos tolerados y poder salvar a Francia, sumida entonces en la guerra de los Cien Años.

Su infancia fue como la de cualquier otra joven de su aldea, pero es a los trece años cuando empieza a oír las voces del Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita, que le hablan de su misión: levantar el asedio inglés de Orleans, recuperar la lealtad de la ciudad de París y convencer al heredero de la Corona de que, según la profecía de Merlín, Francia sería arruinada por una mujer y recuperada por una Virgen. Su sinceridad consiguió convencer a la élite religiosa y secular, no sin antes haber examinado un grupo de cortesanas su pretendida virginidad.

Con dieciséis años, vestida con ropas de soldado y el pelo cortado, la campesina Juana de Arco consiguió romper el cerco de Orleans participando al menos en otras seis acciones militares sin saber nada de combates ni de guerras. Pero la situación cambió para ella cuando en 1429 el nuevo Rey inauguró un período de inactividad militar que Juana no podía tolerar. Era imprescindible reconquistar París y ella decidió hacerlo al margen de la autoridad real. Ser capturada por el enemigo y verse abandonada por todos los que antes habían confiado en ella fue una misma cosa.

Fue sometida a examen por parte de los doctores de la iglesia de París; aliados muchos de ellos de los ingleses. Fue considerada como un agente del diablo, no de Dios, e intentaron numerosos métodos para intimidarla y que renegara de su propio poder. En lugar de asignarle una mujer para su custodia, como era lo normal, Juana tenía cinco soldados: Jean Baroust, Nicholas Bertin, Julián Floquet, Williams Mouton y William Talbot. Tres de ellos dentro de su celda incluso cuando dormía. Ello suponía un peligro para su virginidad, lo cual podía dar al traste con su profecía. Fue declarada hereje. El castigo adecuado era la hoguera. Se describe así su muerte: La amarraron a un poste, la ataron y la quemaron lentamente, murió rezando mientras miraba un crucifijo.

Juana murió en la mañana del 30 de mayo de 1431 en la plaza del mercado viejo de Rouen, deshaciéndose el verdugo de las cenizas cuidadosamente para que no quedara ningún resto de ella que pudieran venerar los vivos. Fue una pretensión inútil.

La inocencia de Juana fue reconocida en 1456. En 1909 fue beatificada, y declarada santa en 1920. Hoy es la patrona de Francia.  







Fuentes:
Exposición: Mujeres con Historia. Expohistoria 21. Un recorrido por la apasionante vida de veinticinco mujeres.
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