viernes, 1 de marzo de 2013

Amantes de mis cuentos: El sabor de las lágrimas



Me quedé soltera, pero no por desidia. Desde los doce años comencé a buscar al hombre de mi vida. Mi primer novio fue un compañero de primaria. Le mandaron a estudiar a otra ciudad y todo acabó. Nos dijimos adiós con un abrazo. Esa fue la primera vez que sufrí por un desamor. Ochenta y cinco lágrimas contadas derramé.
El segundo era del instituto y otra compañera más espabilada me lo quitó delante de mis narices. No pude evitar que sobre mis mejillas resbalaran ochenta y cuatro lágrimas.
El tercero fue un amigo de mi hermano que con gran delicadeza me dijo que a quien amaba locamente era a él. Me senté a llorar y conté ochenta y tres lágrimas.
Con mi novio trigésimo sexto hubiese querido compartir su vida, pero a él no le interesaba la mía. Solo quería y buscaba sexo. Como soy tan bien educada le agradecí mucho todo lo que me enseñó.
Mis novios y mis lágrimas fueron desencadenándose a un ritmo cada vez más vertiginoso.
El que ocupó el puesto cuadragésimo tercero se quiso casar conmigo, habló hasta con mi familia. Ese mismo día subido en su coche, me lanzaba besos, y diciéndome adiós se estampó contra un árbol. No quiero pensar que se haya suicidado por haber hablado de más. 
Al verter diez de mis lágrimas por mi novio septuagésimo quinto me percaté que ya las gotas no tenían ese sabor tan salado, ni desprendían reflejos de desesperación ni mi corazón se arrugaba. Todo era más tenue. Cinco lágrimas más tarde hice un recuento de mi vida y me di cuenta que se me había pasado el arroz para llevar traje de novia. Nunca tendría esas fotos donde mi minuto de gloria se viera reflejado en la cola del vestido, esparcida por la escalinata de la iglesia o tirando al aire mi ramillete de orquídeas. 
Hoy, con la última lágrima vertida, no sé cómo hacerles saber a todos mis novios lo agradecida que les estoy de no tener que llamarles marido. No he sacado nada productivo de mis hombres, salvo el placer, que es incontable, pero de ese tema prefiero no hablar, de momento.


© Marieta Alonso Más


Publicado en:
La Isla. Colección Nuevos Narradores nº 7. Edición de Clara Obligado. Madrid, 2014

10 comentarios:

  1. Pues yo quiero ya leer esa parte donde el placer sea incontable. ¡Genial!

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  2. Todo llegará. No seas impaciente. Hablaré con la protagonista del cuento a ver qué recuerda. Un beso.

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  3. ¿A cuantas mujeres les debe haber pasado esto? A algunas les hubiera gustado.
    Me ha gustado mucho este cuento, muy educativo. ¿Del placer nos vas a hablar algún día?
    Mil besazos

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    1. Me alegro que te haya gustado. Me imagino que todo se andará y que la protagonista algún día nos hable de ello. Un beso. Gracias por todo.

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    2. Muy bueno Marieta. Anteriormente no he podido saludarte, pero aprovecho para felicitarte. Cada vez que puedo y me llega la notificación al Facebook, echo la pasadita por aquí.
      Un buen día para ti.

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    3. Muchísimas gracias. Me alegro que te haya gustado este cuento. Es un placer contar con buenos lectores.

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