lunes, 25 de enero de 2016

Sergio del Río Fernández: Un hospital de Madrid

                                               
Don Quijote y Sancho Panza
Representación gráfica de 1863 de Gustave Doré.
Simbolizan la amistad entre personas de diferentes caracteres que,
a través del diálogo, se influyen mutuamente.
Don Quijote se "sanchifica" y Sancho se "quijotiza".


Habitación 314. 

Dos hombres adultos, de unos sesenta años, se encuentran ingresados por diferentes pero, graves patologías. La habitación está configurada para que habiten en ella dos pacientes separados entre sí mediante una cortina, lo que permite  privacidad a cada uno.

Sus nombres son, Juan y Rodrigo, sus personalidades completamente diferentes. El primero es una persona nerviosa, inconformista y polémica. Rodrigo, por el contrario, es un ser tranquilo, conformista y bastante religioso. En la estancia hay un televisor que Rodrigo tiene casi siempre conectado, algo que a Juan le molesta sobremanera, pero, lo suele soportar por deferencia a su compañero. El prefiere leer y pensar.

Ambos están pendientes del resultado de las diferentes pruebas a las que se han sometido y cada uno procura llevar la espera de la mejor manera posible. Juan observa a Rodrigo y a menudo le escucha rezar pidiendo a Dios que le saque de esta situación.

Le pregunta; ¿estás seguro que tu fe va a ayudarte a salir de este trance? Yo creo que lo más importante es que los profesionales sean, buenos profesionales, y resuelvan tus problemas. Por supuesto, respeto tus creencias y, de todas formas, te deseo lo mejor.

Rodrigo le responde agradeciéndole su interés y buenos deseos, ya sé que objetivamente quien puede curarme son los doctores, pero, si mi fe puede ayudar, no pierdo nada.

Por su parte Juan es una persona que siempre se ha enfrentado a la adversidad con estoicismo y aceptación. Él no es creyente.

Juan es director de la sucursal de un banco y en su conciencia no deja de martillear la injusticia a la que fue obligado a incurrir, vendiendo a mucha gente inocente las famosas acciones preferentes. Ese es el motivo de su estancia en el Hospital, su estómago no ha podido digerirlo y ahora está pendiente del resultado de las biopsias que se le han practicado.

Rodrigo dirige una empresa de servicios y su estresante dedicación, unido a sus malos hábitos de vida, le han originado una lesión  cardiaca; siendo éste el motivo de su ingreso en el hospital donde  permanece en la espera del resultado de sus pruebas.

En los escasos ratos en que la tele está apagada, Juan intenta abrirse a Rodrigo preguntándole por su familia, su visión y postura política en la actualidad, sus lecturas preferidas…

Rodrigo le contesta que no sigue muy de cerca la actualidad, ni política, ni social, y que su Filosofía, es la que Epicuro divulgó, es decir filosofía para la felicidad. Esto le indigna y, por mucho que lo intenta, no hay forma de hacerle comprender, que todo es mucho más complicado en la vida.

Los dos deciden exponer sus respectivas concepciones de vida y, cuál o cuáles han sido los motivos que les han llevado a mantener a cada uno su postura. Juan  dice a Rodrigo que pertenece a una familia numerosa y, él es el cuarto de seis hermanos. Durante toda la vida, la relación entre todos ha sido perfecta, ayudándonos  los unos a los otros, siempre y en cada momento. El amor ha sido siempre la tónica en la familia. También le comenta que está casado felizmente, tiene dos hijos y una nieta de tres años. Alegría añadida.

Rodrigo, más parco en palabras, empieza por felicitar a Juan y, brevemente le comenta algo de su recorrido vital. Yo, Juan, soy hijo único, mi padre falleció cuando tenía diez años y tanto mi madre como yo, hemos tenido que luchar fuertemente para salir adelante. Con gran esfuerzo de mi madre pude ir a la universidad y licenciarme en derecho, lo que posteriormente me permitió acceder a la sucursal de un banco. No estoy casado, no tengo hijos y, poco después de ingresar en el banco, mi madre falleció. Seguramente ahora Juan, entenderás mejor mi postura ante la vida.

Han transcurrido dos semanas desde el ingreso de Juan y Rodrigo en el hospital y una mañana, temprano, la puerta de la habitación se abre y aparecen dos doctores. Corren la cortina y a cada paciente su médico le presenta el resultado de las pruebas. Se vuelve a abrir la puerta y ambos facultativos desaparecen tras ella, quedándose solos los  pacientes  y sonando un silencio cruel en el ambiente.

Ninguno de los dos se atreve a descorrer la cortina, pero finalmente Juan lo hace y ve a Rodrigo con las manos en la cara, la cabeza sobre el pecho y unas lágrimas amargas que se deslizan bajo sus manos que denotan el paso del tiempo. Tras unos momentos, Juan baja de la cama y se acerca a Rodrigo generoso para preguntarle por su diagnóstico.

Muy emocionado, Rodrigo le dice que su dolencia es muy grave y que tendrán que operarle a corazón abierto. Juan le anima y para quitarle importancia, le cuenta su diagnóstico; mira, Rodrigo, yo tengo cáncer de estómago y según el doctor se han producido ya metástasis lo que significa que mi supervivencia es de seis meses, a lo sumo doce.

Rodrigo queda impactado con la frialdad de Juan al confesar que ve la muerte cerca y olvidando sus diferencias, también se levanta de la cama y ambos se funden en un cariñoso abrazo.





 (C) Sergio del Río Fernández

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