jueves, 17 de marzo de 2016

Paula de Vera García: Homenaje a Star Wars





















Mapa de la galaxia 
Te has ido… Te has ido…

Pero por mucho que me lo repita, que sepa a ciencia cierta que jamás volverás a mi lado, una parte de mí se niega a creerlo. No después de ver que el destino parecía darnos otra oportunidad. Despacio, cierro los ojos frente al ataúd vacío sobre el cual han extendido la bandera de la Resistencia y me obligo a respirar hondo. Por más que lo pienso, sigo sin entender qué ha pasado. Y sobre todo… ¿por qué?

Soy una ilusa, lo sé, y lo era cuando te sugerí aquella estúpida idea hace dos días, antes de que partieras hacia un destino inmerecido todavía. Pero, ¿qué podía hacer? Reconozco que aún sonrío al recordar el momento en que lo cogiste por primera vez en tus brazos, tu expresión, un amor infinito brillando en tus ojos azules como el mar más hermoso. Algo que solo reservabas para mí; para el resto, tu mirada era pícara, tu sonrisa a medias denotaba que siempre te traías algo entre manos y tu actitud decidida era la que todos tus subordinados respetaban y admiraban en ti. Claro que ninguna de ellas se puede comparar a la cara que pusiste cuando te anuncié que estaba embarazada en aquel jardín colgante de Naboo, después de habernos decidido por fin a enfrentar mi pasado y el de Luke. Debíamos saber cuál era nuestra otra mitad, esa madre que nos separó al nacer para que Vader nunca nos encontrara.

Sé que siempre he sido una caja de sorpresas para ti pero, ¿qué quieres que te diga que no te haya dicho ya? Yo tampoco hubiese soñado jamás que mi padre fuese mi mayor enemigo, pero aún menos que sus genes se transmitieran a nuestra descendencia. Siento las lágrimas deslizarse de nuevo sobre mis mejillas cuando pienso en él: Ben… mi pequeño Ben. Sabía antes de que Rey me lo dijese que era él quien había acabado con tu vida. Lo presentí, pues la Fuerza también es intensa en mí, siempre lo supimos.

Rey… Sé lo orgulloso que llegaste a estar de ella en el poco tiempo que os conocisteis. Y ella te admira muchísimo, ¿sabes? No solo por tu reputación, sino como persona y no sé si como algo más. Es posible que intuya mi Fuerza como yo intuyo la suya, y después de que me contase su visión antes de partir a buscar a Luke, reconozco que temí por ella más que nunca. Pero, ¿qué iba a decirle? Además, algo me dice que ella será la que se enfrente finalmente a Ben y no quiero pensar en ello. A pesar de todo, sigo creyendo que mi hijo debe estar ahí, en alguna parte. Que no todo él es el monstruo en que parece haberse convertido. Aunque a veces, cuando me supera la pena, no puedo evitar pensar lo contrario. Porque, ¿qué buen hijo sería capaz de acabar con su padre?

Ay, Han. ¿Qué salió mal? ¿Por qué tenía que ser justo Ben la causa de nuestra desgracia y de que Luke desapareciese sin dejar rastro? Por suerte R2 volvió a activarse en cuanto Rey y los pilotos regresaron a la base. ¿Sabías que mi hermano escondió la mayoría de los planos de su paradero en su interior? Siempre fue tan inteligente… Y sé que nos lo ocultó para que Ben jamás pudiese encontrarle… Puedo sentirlo, Han. Lo busca desesperadamente, y temo que le suceda lo mismo que a ti si lo encuentra. Ben siempre ha sido muy fuerte en la Fuerza, como su abuelo. Y, ¿qué dirá Luke si algún día puedo contarle que ya no estás? Aún recuerdo aquellos años en que estabas celoso de él, y no puedo evitar reírme. Tras la batalla de Endor, cuando me dijiste aquello de “cuando vuelva, no me entrometeré”, confieso que morí de amor por ti aún más de lo que ya lo hacía. Es cierto que cuando te conocí, jamás hubiese imaginado que terminaríamos como lo hicimos, ni en lo bueno ni en lo malo. Aunque debo admitir que siempre tuviste ese punto sinvergüenza al que me era imposible resistirme. Eras peor que un imán, pero no me arrepiento de nada. Eso te lo aseguro.

Ya anochece y empieza a hacer frío. No sé cuánto tiempo más estaremos aquí, pues la Primera Orden conoce nuestro paradero, pero la medalla que sostengo entre las manos, aquella que te entregué hace tantísimos años en Yavin y que deposité el día de tu funeral sobre esta tumba, permanecerá conmigo para siempre. Recordándome lo mucho que me has amado, y lo mucho que yo te he amado a ti.

Aún te quiero, y espero que lo sepas allá donde estés.

Descansa en paz, general Solo.

Hasta siempre, mi amor.



Sables de luz




© Paula de Vera García




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Fotos: Wikipedia, la enciclopedia libre

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