viernes, 1 de julio de 2016

Amantes de mis cuentos: Hasta que la muerte nos separe

Representación de la Viuda
en la plaza de Ancud, Provincia
de Chiloé, Región de los Lagos
(Chile)




He cambiado de estado. Ahora soy viuda. En su último estertor me tomó la mano, costó Dios y ayuda desprenderme de él. No me extraña, siempre quiso estar junto a mí en lo bueno y en lo malo.

Llegamos al tanatorio; pusieron el ataúd tras el cristal y las coronas a su alrededor. Destacaba la mía de rosas amarillas con una cinta que decía: «Tu amante esposa». Me senté, alejada de la cámara mortuoria, pero no tanto como para que los amigos fueran a pensar mal de mí. Un sacerdote dio un responso y, mientras rezábamos el Padre Nuestro, en un pétalo, de la rosa más cercana surgió una mancha negra en forma de dedo índice. Se movía y me indicaba que fuera hacia allí.

No hice caso

Tras el papeleo, los pésames y el entierro, regreso a casa. Cuarenta años de casada con un hombre bueno, amable, egoísta, educado, poco trabajador, fiel, posesivo. Hora es de descansar.

Despacio entro en el hogar que ahora es solo mío. Su olor está por todos los rincones. Aplico ambientador, cambio las sábanas, me ducho, estreno pijama y asumo la novedad al poner mi vaso de agua en la mesilla de noche en vez de los dos de siempre.

No podía dormir. Fui a beber un sorbo de agua y encontré el vaso vacío. ¡Qué extraño! Lo volví a llenar y me puse a leer. El sueño me venció. Desperté de madrugada, serena, hasta que comprobé que el vaso de agua estaba de nuevo vacío.

No le quise dar mayor importancia. Así que me enfrenté a su armario y saqué toda su ropa. En la mañana se la dí al portero, recibí su pésame. Sentí un dolor muy fuerte en el pecho. Perdí el conocimiento. El portero tuvo que hacerme el boca a boca hasta que me recuperé. No quise ir al hospital. Así que volví a mi casa y cerré la puerta.  Su olor era aún más fuerte, me exasperé, así que me planté en medio del salón y con voz firme, le grité:

−¡Vete de una vez! ¡Déjame en paz! ¡Haz el camino solo porque lo que soy yo no pienso acompañarte!




© Marieta Alonso Más

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