miércoles, 28 de diciembre de 2016

De tertulia con... Miguel y William


En 1616 pasaron a mejor vida los dos más grandes escritores de la literatura universal. Nunca se encontraron. Uno era novelista y el otro dramaturgo. El primero murió pobre, acabó en un osario común, el triunfo le fue esquivo. El segundo murió rico y con prestigio.

Y encima ni siquiera murieron el mismo día. En 1582, el Papa Gregorio XII adelantó diez días el calendario, de modo que el 5 de octubre pasó a ser el 15 del mismo mes. Solo Francia, Italia e España adoptaron inmediatamente este cambio. Inglaterra no lo hizo hasta 1752. Cervantes falleció el 22 de abril y fue enterrado el 23. Shakespeare murió el 23 de abril según el calendario juliano, mas no en el calendario gregoriano. Realmente el 23 de abril de 1616 el que murió fue el Inca Garcilaso de la Vega, escritor e historiador peruano al que se le conoce también como el príncipe de los escritores del Nuevo Mundo.

Lo que sí se puede decir con total certeza que Cervantes y Shakespeare no pertenecen a una sola época, pertenecen a la eternidad.

Breve bosquejo de cada uno:

El retrato Chandos, artista y autenticidad
sin confirmar.
National Portrait Gallery

William Shakespeare nació en Strafford-upon-Avon. Fue el tercero de ocho hijos. Se dice que solo con sus versos hubiera pasado a la historia de la literatura; mas por su genio teatral y el impresionante retrato que hace de la condición humana en sus grandes tragedias, es considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos.

Existe una teoría, una especulación, un chisme sobre la autoría de las obras de Shakespare que se remonta a comienzos del siglo XVIII. Se cree que Christopher Marlowe usurpó la personalidad de William. Este hombre pertenecía a la Sociedad de los Caballeros de la Noche, antecedente de los Servicios Secretos ingleses y se le relacionaba con Thomas Walsingham, primo del secretario de estado y responsable de los servicios de espionaje. A Marlowe le mata uno de sus dos mejores amigos. Se consideró que el homicida actuó en defensa propia y a las cuatro semanas, recibió el perdón de la Reina. La ficción quiere hacernos creer que al que matan es a Shakespeare. Otros dicen que se habría buscado un muerto que simularía ser el de Marlowe, y el verdadero habría huido fuera de Inglaterra. Y desde allí enviaría su producción literaria a Walsingham que previamente había buscado a un hombre de paja que firmase estas obras. Los defensores de esta teoría consideran que ese hombre de paja fue Shakespeare, un cómico aventurero, que no rechazó el acuerdo. Sustentan que Shakespeare con su escasa formación sobre la cultura clásica no pudo ser el autor de obras de tal calidad, porque aprender, lo que se dice aprender, aprendió “poco latín y menos griego”.

Según la Enciclopedia Británica, el propio Shakespeare habría compuesto el siguiente epitafio para su lápida.

Buen amigo, por Jesús, abstente,
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.

Una leyenda afirma que las obras inéditas de Shakespeare yacen con él en su tumba. Nadie se ha atrevido a comprobar la veracidad de la leyenda, tal vez por miedo a la maldición del citado epitafio.

Retrato atribuido a Juan de Jáuregui
No ha sido autentificado.

Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares, fue bautizado en la iglesia de Santa María la Mayor, según consta en su acta bautismal. Su vida no fue fácil: Recorrió muchos pueblos de España, se batió en duelos, viajó a Italia, fue soldado, en la batalla de Lepanto el plomo de un disparo le dio de lleno en la mano izquierda y le llamaron Manco, cuando solo estaba inutilizada; sufrió cautiverio en Argel, y menudo rescate solicitaron. Cuatro intentos de fuga en su haber, por fin le liberan tras el pago que efectuaron los padres trinitarios, viaja a Portugal, trabaja en una comisión secreta en Orán, regresa a Madrid, no descuida las relaciones amorosas y tiene una hija con una mujer casada y entre tantas idas y venidas escribe, escribe y escribe. Se casa en Esquivias, se separa sin hijos. Trabajó  como recaudador de impuestos y, sin querer queriendo, dicen las malas lenguas, que algunas cantidades quedaron adheridas a sus dedos, las buenas nos explican que el recaudador para no llevar tanto dinero encima lo colocó en un banco de aquella época que quebró, perdió el dinero que no era suyo, tuvo que volver a la cárcel, y comenzó a escribir una de las mejores obras de la literatura universal “Don Quijote de la Mancha” que se ha descrito como la primera novela moderna, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia. He aquí los versos que Cervantes le dedicó en su lecho de muerte a don Pedro Fernández de Castro y Andrade, su amigo y mecenas:

Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.

Ayer me dieron la extremaunción, y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies de Vuestra Excelencia, que podría ser fuese tanto el contento de ver a Vuestra Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero, si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos… continúa la carta y termina así… guarde Dios a V. E. como puede. De Madrid a diez y nueve de Abril de mil y seiscientos y diez y seis años.

Criado de vuestra Excelencia,
Miguel de Cervantes

Se cree que está enterrado en el Convento de las Trinitarias en Madrid.

Hoy al español, al castellano también se le conoce como la lengua de Cervantes quien hace cuatrocientos años y pico, para ser exactos, murió en Madrid.

Los tertulianos han decidido leer algunos párrafos de

Editor: Francisco de Robles
Fecha de publicación: 1605

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

El famoso comienzo:

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.
  
(Este primer párrafo pinta la vida tranquila y monótona de un hidalgo de aldea, sus armas, sus comidas, sus vestidos. Pero solo nos da la circunstancia del protagonista, no su yo. Eso se verá con el transcurrir de su lectura. Nos habría encantado, los sábados, compartir con el famoso hidalgo los duelos y quebrantos que con toda probabilidad eran huevos con torreznos).


Capítulo primero
Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo

Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura, para comprar libros de caballerías en que leer; y así llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos;…

Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo...

Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real, y más tachas que el caballo de Gonela… le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le podría: porque, según se decía él a sí mismo, no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y así procuraba acomodársele, de manera que declarase quien había sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que era entonces: pues estaba muy puesto en razón, que mudando su señor estado, mudase él también el nombre; y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba: y así después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar ROCINANTE, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo. Puesto nombre y tan a su gusto a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento, duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar DON QUIJOTE…

Pero acordándose que el valeroso Amadís, no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse DON QUIJOTE DE LA MANCHA, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.


Continuad vosotros…

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